«Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén».
En el primer día de la semana de Adviento el Señor, por medio de Isaías, nos invita a "subir a su monte", a ir a su encuentro. Una invitación a la que, a veces, no podemos responder afirmativamente porque no tenemos tiempo, porque estamos ocupados, porque no tenemos ganas, porque no estamos incentivados, porque estamos... como estamos. Claro que subir al monte del Señor no es sólo ir a la Iglesia, sino que es ir al encuentro del Señor en nuestra oración personal.
Este tiempo de Adviento es un tiempo especial para nuestra vida de oración. Sí, porque ya ayer el Señor nos decía: ¡Velad! ¡Estad atentos! porque no sabéis cuando volveré. Es cierto que podemos pensar que sabemos cuándo volverá: el 25 de diciembre celebramos la Navidad, pero esa es una respuesta muy infantil, pues no es eso lo que Él nos quiere decir en este tiempo de Adviento, sino que quiere que preparemos mejor nuestro corazón. Son día en los que las actividades aumentan porque llegan las Fiestas, y eso es un plus en nuestras vidas que nos da mejores argumentos y excusas para no ir al encuentro del Señor en la oración.
Y la vida de oración en el cristiano es el aire que necesitamos cada día para oxiginar nuestra forma de pensar, nuestra manera de acutar, nuestras palabras, toda nuestra vida. El encuentro con el Señor en el silencio de la oración, en la reflexión de la Palabra y, sobre todo, en la Eucaristía, nos "instruyen en sus caminos y nos ayudan a marchar por su senda". Oxigenar nuestras vidas en la oración es encontrar lo necesario para aceptar Su Voluntad, para descubrir cuál es Su Voluntad, y encontrar las fuerzas necesarias para vivir la Fidelidad a la Voluntad del Señor.
Si diariamente no nos ponemos frente al Señor, no abrimos nuestro corazón a su Gracia, a su Espíritu, si no buscamos Su Voluntad ¿podremos madurar en nuestra fe? ¿podremos crecer en el Amor? ¿encontraremos fortaleza para ser Santos? ¿Podrá decir el Señor lo que dijo en el evangelio de hoy: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe»?
No creamos que podremos tener fortaleza o Gracia si no la buscamos y la recibimos por medio del encuentro con el Señor. Llegará el día en que le pediré al Señor un signo o un milagro y no lo encontraré porque querré que Él haga lo que quiero y ese día no llegará. Pero si vamos alimentando nuestra vida espiritual día a día, no será necesario que Él venga, porque sólo una palabra suya bastará para sanarme.
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