domingo, 24 de diciembre de 2017

Un Templo para el Señor

Ya comienza la Navidad, se termina el Adviento y llega el Nacimiento. Aunque hoy es extraño pues aún celebramos por la mañana el Adviento y por la Noche el Nacimiento del Salvador. Casi como en la vida real: hay poco tiempo cuando el Niño quiere nacer.
Cuando recién pensaba en estas lecturas del Domingo IV me surgía una hermosa asociación (que en realidad nunca la había pensado): Dios le dice a David:
"Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán:
«Ve y habla a mi siervo David: “Así dice el Señor: ¿Tú me va a construir una casa para morada mía?".
¡Qué osados que somos muchas veces! Queremos nosotros hacer de Dios y somos simples creaturas, no nos damos cuenta lo que Él ha hecho por nosotros, y aún así, desde nuestra pequeñez queremos encerrar a Dios en algo tan efímero como unas piedras. No no podemos nosotros encerrar a Dios, ni tan siquiera podemos destruir sus planes, sus proyectos.
Por eso el mismo Señor del Universo se permitió habitar en un hermoso Templo construido por su propia mano: el Seno de María, la Virgen. Ese fue el más hermoso de los Templos construídos por Dios mismo, un Templo que ha sido y es el modelo principal para que todos podamos tener "una copia" en nosotros mismos.
En realidad, cada uno de nosotros, somos un templo construído por la mano de Dios, pero no siempre en estos templos habita, como en el Seno de María, el mismo Señor. Aunque el quiere estar siempre habitando en nosotros, pero nosotros pasamos de largo, muchas veces, de su Querer y dejamos que nuestro templo sea habitado por otros dioses más efímeros y pasajeros, más mundanos y materiales, que no dan Vida, sino que sólo nos hacen vivir placeres superficiales y vanos.
Hoy es un día para abrir de par en par las puertas de nuestros corazones y dejar que el soplo del Espíritu nos ayude a dar el ¡Sí! a Dios como lo hizo María, y así, que habite en cada uno de nosotros el Señor que Nace en esta Navidad. Que el Niño que nació en Belén y que se nos da en cada Eucaristía habite siempre en el Templo de nuestro corazones, y como en Belén nos permita ser ante el Padre niños en el Espíritu para que Él pueda realizar sus sueños en nuestras Vidas.
La Navidad comenzó en Nazaret cuando María le dijo ¡Sí! a Dios, que hoy, nosotros, frente al Niño que nace podamos como María volver a repetir el Misterio de Navidad diciendole a Dios: ¡Aquí estoy! ¡Hágase en mí según Tu Palabra!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.