lunes, 11 de diciembre de 2017

Toma tu camilla y echa a andar

Dios, por medio del profeta Isaías, quiere volver a encender la esperanza en el Pueblo de Israel, la esperanza de la liberación para que puedan seguir andando, para que puedan seguir confiando y agradeciendo por los bienes recibidos. La esperanza de que todo lo que se ha secado y perdido vuelva a reverdecer y a encontrar, pues es lo que todos necesitamos saber: siempre tenemos que confiar en la Providencia que nos ayuda a renacer de las cenizad del pecado.
Porque en definitiva la esperanza que tenemos puesta en el Señor es el poder renacer de nuestro pecado, de todo lo que el pecado fue secando o destruyendo en nuestras vidas, lo podemos rescatar y mejorar con la Gracia de la Reconciliación, con la Gracia del Perdón.
Por eso en el milagro del Evangeliio lo primero que Jesús le dice al enfermo es: "tus pecados te son perdonados", pues es la peor de las enfermedades pues el pecado va secando el alma, quitándonos la Gracia necesaria para revitalizar nuestra Fe, nuestro Amor y nuestra Esperanza. Cuando el pecado se hace vicio en nuestras vidas todo se vuelve oscuro, pues la Luz del Espíritu se va perdiendo en nuestro horizonte.
La reconciliación con los hermanos y con Dios nos devuelve la alegría del encuentro, el gozo del amor recuperado y todo vuelve a renacer y florecer en nuestras vidas. Así la llegada del Mesías es anunciada como ese reverdecer el mundo en que vivimos, pues el Mesías nos da una nueva oportunidad de volver al Padre, nos muestra el Camino a recorrer en la Gracia para que sea Ella la que nos fortalezca los pies cansados, la que nos encienda el espíritu apagado y nos conduzca por los senderos del Amor, la Paz y la Verdad.
Cuando nos encontramos con el Señor en el confesionario es sentir esa voz que nos dice: "¡Toma tu camilla y echa a andar!", pues la enfermedad que te atormentaba ya no existe, ya la borrado de tu vida. Y ese Gozo inmenso de haber sido sanado es lo que renueva la esperanza en el Amor de Dios por nosotros.
No dudemos en este tiempo de Adviento de recurrir al Señor, incluso de ser los amigos del enfermo quienes llevan a su amigo hasta el Señor, para que sea Él quien sane sus males y le devuelva la Luz de la Esperanza, la fuerza del Amor y la constancia de la Fe para volver a recorrer el Camino de la Vida.

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