miércoles, 6 de diciembre de 2017

No tapemos la Luz

Esta es la historia de San Nicolás de Bari, obispo. Su imagen es la que utilizó una compañía de bebidas gaseosas para transformarla en Santa Claus o Papa Noel, desvirtuando y "tapando" el verdadero sentido de la Navidad.
"Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y como en alemán se llama "San Nikolaus". De San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes santos, pero su biografía fue escrita por el Arzobispo de Constantinopla, San Metodio.
Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Unos de sus tíos era obispo y fue éste quien lo consagró como sacerdote, pero al quedar huérfano, el santo repartió todas sus riquezas entre los pobres e ingresó a un monasterio.
Según la tradición, en la ciudad de Mira, en Turquía, los obispos y sacerdotes se encontraban en el templo reunidos para la elección del nuevo obispo, ya que el anterior había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo". En ese momento sin saber lo que ocurría, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Fue muy querido por la cantidad de milagros que concedió a los fieles.
En la época del Licino, quien decretó una persecución contra los cristianos, Nicolás fue encarcelado y azotado. Con Constantino fueron liberados él y los demás prisioneros cristianos. Se dice que el santo logró impedir que los herejes arrianos entrasen a la ciudad de Mira.
El santo murió el 6 de diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí, en secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia".
Nos falta, muchas veces, poder "volar" más alto que el mundo, no dejar que las "ideas" y "valores" que el mundo nos presenta nos enfríen o nos distorsionen nuestra vida de fe, nuestro valores religiosos, nuestros valores cristianos. Vamos, cada día, desterrando de nuestra vida religiosa valores que son esenciales para alcanzar la Vida que Jesús nos prometió, y, generalmente, no son los más grandes, sino que son los pequeños de todos los días que vamos dejando de lado, y así, de pequeños gestos vamos transformando nuestra vida cristiana en una vida mundana.
No pasaría nada si los que no son cristianos vivieran como vive el mundo, lo que es malo para el mundo es que los que hemos sido llamados para "ser luz del mundo" no iluminemos, sino que confundamos, cada vez, y en lugar de iluminar pongamos más oscuridad en las tinieblas.
Es hora ya de volver a creer lo que creemos y a vivir los que decimos creer, para que el deseo de Jesús en esta Navidad se haga realidad en nuestras vidas y sea "útil" para el mundo: ser una Luz que brilla en la tiniebla, como lo fue la Estrella de Belén que guió las pasos hacia el Niño-Dios que había nacido.

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