jueves, 21 de diciembre de 2017

Levántate y ven!

"¡La voz de mi amado! Vedlo, aquí llega, saltando sobre los montes, brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo, parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca, mirando por la ventana, atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice: «Levántate, amada mía, hermosa mía y ven".
La Palabra de Dios que surge a través del autor del Cantar de los cantares, nos invita a ir hacia el Misterio de la Navidad con un hermoso deseo de encontrarnos con el Amor de los Amores que viene a nuestro encuentro. Un encuentro que nos habla de lo que todos anhelamos, un encuentro que nos conduce a la Luz de la Paz de un recién Nacido, un encuentro que enciende el deseo de volver a Nacer, un encuentro que nos llena de ilusión y de esperanza porque el Amor se hace Persona y viene a traernos la hermosa noticia de que el Padre nos perdona y nos ama.
¡Levántate, amada mía, hermosa mía y ven!
Dejemos atrás todo lo que nos llena de nostalgia, los malos recuerdos, los momentos de dudas, de oscuridad, de lágrimas y de tristezas, de dolores y agonía, pues está por nacer el Esperado por todos los siglos, y para ir a su encuentro debemos enjugarnos las lágrimas de las tristezas, porque su Luz ilumina todas nuestras oscuridades, su Amor enciende nuestros corazones, su sonrisa engalana y da brillo a todas nuestras lágrimas y disipa las tinieblas de nuestros errores y pecados.
¡Levántate, amada mía, hermosa mía y ven!
Él ha mirado nuestra necesidad, a descubierto nuestro pecado, se ha fijado en nuestras debilidad, a tomado cuenta de nuestros ruegos y no quiere que caigamos en la postración de la soledad, del dolor, de la tristeza, de la agonía, por eso nos invita a ponernos en pié, a descubrir que es Él quien nos Ama con amor infinito y, a pesar de lo que somos, o, mejor dicho, porque somos lo que somos nos mira con Amor de Madre y siente debilidad por nosotros para que nosotros nos fortalezcamos con su Amor. Por eso quiere que vayamos hacia Él con el corazón partido para que ese Nuevo Corazón que nace en Belén sane nuestras heridas con el Amor que él mismo derrama sobre nosotros, que nos libere de las ataduras del odio, del rencor, de las envidias, de los malos momentos vividos, y nos encienda en la esperanza de que, cada día, volvemos a nacer con Su Vida.
Por esto y por tantas otras cosas, en estos días que se acercan a la Navidad ¡Levántate, amada mía, hermosa mía y ven! acércate a Jesús, busca su mirada y descubre cuánto te ama, y deja que su sonrisa ilumine tu vida y su Vida colme de Esperanza, Fe y Amor la tuya.

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