"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Tened cuidado de vosotros, no sea que se
emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la
vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre
todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo,
pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie
ante el Hijo del hombre».
Muchas veces decimos o hemos escuchado
decir: "si hubiera tenido más tiempo o me hubiese dado cuenta a
tiempo...". Porque sólo cuando el tiempo se nos viene encima nos damos
cuenta que no hemos tenido el tiempo suficiente para hacer lo que realmente
necesitábamos hacer.
Cuando se nos presentan situaciones
difíciles nos damos cuenta que no hemos dicho cuánto queríamos a alguien, que
no lo hemos abrazado lo suficiente, que no le hemos dedicado el tiempo que
quería, que no hemos podido pedir perdón o que no hemos perdonado... ¡y tantas
otras cosas más! Pero, también es cierto, que una vez que la cosa pasó volvemos
al mismo ritmo de embotarnos con las prisas de todos los días y no dejamos
tiempo para el buen ocio o para el encuentro con los que quiero, ni tan
siquiera para el encuentro con mi Dios y Señor: siempre hay otras cosas que
necesitan mi tiempo, pero nunca tengo tiempo para las personas que quiero.
Es muy común que hayamos puesto una y
otra vez en el muro del Face o de otra red social que debemos abrazar más,
besar más, etc. Pero nunca lo hemos dejado grabado en el muro de nuestro corazón,
porque así como pasa el muro o el cartel con la misma rapidez cambian las
necesidades de nuestro corazón y nos olvidamos de lo que realmente es
necesario:
"Marta, Marta: te inquietas y te
afanas por muchas cosas..."
Es que, en los tiempos que corren, nos
volvemos animalitos de malas costumbres, porque junto con el tiempo corremos
nosotros, o mejor dicho, al tiempo lo hacemos correr nosotros porque el tiempo
es la medida de nuestras acciones (no es una definición muy certera, pero me
entendéis) Cuanto más cosas hago no es que se me agreguen horas a la vida, sino
que, muchas veces, parece que voy perdiendo vida a medida que me faltan horas.
No esperemos que ese día llegue sin tener
en cuenta qué es lo esencial en nuestras vidas. No dejemos que las inquietudes
y los afanes diarios emboten mi cabeza y mi corazón y no me permita ver cuánto
me necesitan y cuánto necesito de los que están a mi lado, y cuánto necesito a
mi Dios que siempre me está esperando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.