Le escribe San Pablo a los Colosenses:
"Hermanos:
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios..."
Cuando Jesús llamó a San Pablo y envió a Ananías a imponerle las manos le dijo a Ananías: "yo le mostraré lo que deberá sufrir a causa de mi nombre", y esta profecía se cumplió en la vida de Pablo pero fue algo que a él no lo derrumbó ni le quitó la fe en Jesús, sino todo lo contrario, pudo descubrir el misterio de la Cruz de Cristo, por eso esta hermosa reflexión acerca del sufrimiento: "me alegro de mis sufrimientos por vosotros".
Y ahí está también la base para poder comenzar a vivir, nosotros, en los momentos en que nos toque llevar la Cruz que el Padre nos pida. Una Cruz que la llevamos cada día, sin excepción, por que la Cruz no sólo es el sufrimiento corporal de una enfermedad, sino que también es el sufrimiento de nuestro alma por el pecado, o es el sufrimiento diario de la renuncia a nuestro yo para hacer la Voluntad de Dios.
Toda nuestra vida es una vida consagrada al Señor, desde el momento de nuestro Bautismo, por eso, cada día y cada cosa que vivamos podemos ofrecérsela al Señor, hacer sagrados los actos de nuestra vida. Pero para eso tenemos que tomar la actitud de María:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada»
Que la mejor parte no es estar todo el día sin hacer nada y escuchando al Señor, sino que estar a los pies del Señor para escuchar Su Palabra es el momento en el que "cargo mi alma" con el combustible necesario para salir a la vida y comenzar el camino de la santidad. Pues no puedo comenzar a vivir la Voluntad de Dios si antes no lo he escuchado, si no he orado, si no le he pedido la Gracia para poder ser Fiel a lo que Él me pida vivir.
Como San Pablo nosotros también tenemos el encargo dentro del Cuerpo que es la Iglesia de "llevar a plenitud la palabra de Dios..." y sólo lo podremos hacer si estamos unidos al Padre, recibiendo de su Hijo el Espíritu que nos fortalezca, nos estimule, nos encienda en el deseo ardiente de ser Fieles a la Vida que Él nos ha llamado a vivir. Por eso no comencemos nuestro sin ponernos a los pies del Señor para escuchar Su Palabra y recibir los Dones de Su Espíritu para iniciar el día en su Gracia y en Fidelidad a su Voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.