«Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿en qué te he molestado? Respóndeme".
Es un clamor de Dios ante Israel, pero también es una antífona que repetimos (generalmente) en la celebración de la Cruz del Viernes Santo. Y es una antífona que suena en los oídos y el corazón como un llanto del Padre a sus hijos, un lamento que brota del corazón después de haber dado la vida por sus pequeños. Pero es una pregunta que no termina de tener actualidad.
¡Cuántas veces nos rebelamos contra el Señor! ¿Cuántas veces nos renegamos ante el Padre por permitir tal o cual cosa? ¿Cuántas veces le damos vuelta la cara a Dios porque creemos que no puede ser esto así o asá? ¿Cuántas veces dejamos de hablar con Él por que creemos que no nos escucha?
Pero si hiciéramos un pantallazo de nuestra vida hasta hoy ¿cuánto ha hecho Dios por mí? ¿Cuántas veces me ha levantado desde el suelo? ¿Cuántas veces me ha perdonado? ¿Cuántas veces me ha dado mucho sin yo pedir nada? Por que es un Verdadero Padre siempre está dando, aunque no nos demos cuenta, aunque no se lo pidamos, aunque seamos ingratos en todo momento Él sigue dando entregando. Pero llega un momento que es necesario que su lamento llegue a nuestros oídos, que su llanto llegue a nuestro corazón para que nos demos cuenta de lo que tenemos, de lo que nos ha dado y vivamos en una acción de gracias, que no es por que Él necesite mis gracias, sino por que yo necesito ser agradecido con Él.
Por que cuando soy agradecido con el Padre, es Él quien sigue dando Gracia sobre Gracia para que podamos, simplemente, hacer vida el simple camino que nos pide recorrer:
"Hombre, se te ha hecho saber lo que es bueno, lo que el Señor quiere de ti: tan solo practicar el derecho, amar la bondad, y caminar humildemente con tu Dios".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.