Creo que muy poco nos dice el título de este día, porque más nos dice a quién recordamos en este día, y, para la mayoría, este día es el día de la Virgen, el día de María, es el día dedicado a Nuestra Madre del Cielo. Y ese es el título más agradable y perfecto para María: Madre.
Madre porque no sólo concibió a Jesús en su ceno, sino porque dejó que la Palabra de Dios se hiciera carne en su vida, y, por eso pudo ser la Madre de Dios y nuestra Madre.
Madre porque su vida es un libro abierto que nos enseña el valor de la obediencia y de la fidelidad, que en todo momento, sea oscuridad o plena luz, nunca dejó de confiar y de ser fiel.
Madre porque sin comprender ni entender aceptó lo increíble, el milagro, el gozo y la cruz.
Madre porque su corazón se abrió de par y derramó todo su Amor a toda la humanidad.
Y hoy, en este tiempo de tanta oscuridad, de tanta tiniebla Ella asoma como faro de Luz, no porque sea la Luz, sino porque no lleva a la Luz. María, Nuestra Madre, quiere llevar a Su Hijo, quiere que conozcamos a Su Hijo, porque sabe que así como Ella creyó también nosotros podemos creer, que como Ella aceptó también nosotros podemos aceptar, que como Ella permaneció de pie ante la Cruz también nosotros podremos, porque Ella conoce el Corazón de Su Hijo, conoce el Camino porque es Su Hijo, y sabe que la única Vida que tiene sentido es la que nos da Su Hijo.
Hoy, Madre, necesitamos de tus abrazos, de tus caricias, de tus palabras porque no sabemos o no queremos vivir como Tu Hijo nos pide, y tú nos sigues repitiendo, una y otra vez: "Haced lo que él os diga", porque eso es lo que has vivido Tú y sabes que es el único Camino que nos lleva ala Vida:
"María contestó:
-«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
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