domingo, 21 de diciembre de 2014

Nuestro ¡Sí!

Una vez más el evangelio nos lleva a aquél maravilloso día de la anunciación, un día tan esencial para nosotros como le Nacimiento en Belén, o la Pascua de Jesús. Tan esencial porque sin ese día no habrían podido venir los otros días, pues sin el Sí de María al Señor no hubiese sido posible la Encarnación del Verbo, por lo tanto, un día de mucha importancia.
Pero, en este evangelio están unidas las dos pares de la Historia de la Salvación: el antiguo testamento y el nuevo testamento.
Isabel, la mujer vieja y estéril, que por obra de Dios queda embarazada para dar a Luz al Precursor, a Juan Bautista. El antiguo testamento comienza su fase final, nace el último profeta del seno de una mujer vieja y estéril, para dar por finalizada una etapa de la historia.
Y se abre una Nueva etapa: el Nuevo Testamento con una mujer adolescente y virgen, que escuchando la Voz del Señor abre su corazón y le entrega todo su ser, para que nazca el Esperado por todos los siglos, el Sol de Justicia, el Salvador de los hombres. María al dar su Sí permite que la historia se divida en dos, que la historia comience la nueva etapa de la Salvación.
No, no es un día cualquiera el de la Anunciación. No es un día cualquiera en la vida de María. No es un día cualquiera para nosotros, porque de un Sí lleno de amor y disponibilidad comienza el proceso de re-creación del hombre, pues un Hombre Nuevo comienza a engendrarse en el seno de la Virgen. Un Hombre Nuevo comienza a nacer del Amor de Dios y la disponibilidad de María.
Y, a nosotros, a pocos días de celebrar el Nacimiento de Jesús, nos invita nuestra Madre a descubrir la importancia de nuestras respuestas a Dios. No importa si somos viejos como Isabel o jóvenes como María, lo que importa es que siempre estemos dispuestos a dar un Sí a la Voluntad de Dios. Que estemos dispuestos a escuchar Su Palabra, para que Su Palabra no sólo anide en nuestra mente, sino que se haga vida en nuestras obras diarias, que día a día podamos marcar la historia con nuestra vida, porque nuestra vida es Su Vida, porque Él ha querido que nosotros, sus hijos seamos partícipes como María de esta nueva etapa de la historia.
Ya María está en camino con José. Ya se acerca el Nacimiento del Mesías, caminemos junto a ellos, caminemos junto a Ella para que nos enseñe que nuestro Sí a Dios hace que la historia, que mi historia tomen un rumbo nuevo, una dimensión nueva pues he sido transformado e iluminado por la Luz que nace en Belén, una Luz que quiere iluminar e iluminarme.
Vayamos jubilosos a recibir al Niño que va a nacer, para que cada día vuelva a nacer en nuestra vida, y cada día nuestra vida sea una novedad para el mundo, porque cada día ilumino con el gozo de saberme Su Hijo.

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