Antes de la Nochebuena, la liturgia nos presenta el nacimiento de Juan Bautista, el precursor, aquél que viene a allanar los senderos para la llegada del Mesías. Un hermoso anuncio para este día y para mañana: allanemos el camino para poder vivir con espíritu de fe la Fiesta de Navidad.
Hoy quizás muchos emprendan viaje a la familia, a otros lugares. Otros comiencen a preparar sus casas, las compras, los regalos. Otros quizás tengan el corazón dolido por las ausencias de aquellos que partieron a la Casa del Padre. Algunos más tengan el corazón agitado porque no tienen con quién pasar estas noches, pues nadie llegará a sus casas.
Las alegrías, las prisas, las tristezas, los agobios pueden ser hoy aquellos obstáculos para no poder preparar el Camino para el encuentro con el Salvador, por eso el nacimiento de Juan Bautista no sirve de anuncio: Dios nos envía su mensajero para que nos diga que dejemos lugar para que nazca la Buena Noticia en nuestra vida, y que miremos a nuestro lado, a nuestros hermanos y le llevemos esa Buena Noticia, porque también nosotros, los que le hemos conocido y creemos en Él, somos, como Juan Bautista, quienes anunciamos Su Venida.
También nosotros tenemos esa misión: allanar en la vida de nuestros hermanos el Camino para que se encuentren con el Esperado por los Siglos, con la Luz de las naciones, con aquél que viene a dar Vida al mundo, al hombre. Tenemos una misión y en estos días debemos cumplirla: anunciar con gozo la llega del Señor, sanar los corazones enfermos, alegrar a las almas tristes, llevar consuelo y fortaleza a quienes se sienten solos y desesperanzados, ser mensajeros y portadores de la alegría de creer.
No dejemos que las prisas y las costumbres nos quiten el gozo y la alegría de vivir con fe y amor este día que está por venir, dediquemos el tiempo necesario a nuestro Señor, y llevemos la alegría de los ángeles a todos los hombres que esperan la Salvación.
Va a nacer nuestro Salvador y Redentor, en Él creemos, con Él vivimos, para Él vivimos y por Él tenemos Vida, entonces llevemos esa vida a los que más la necesiten. Que nadie se quede afuera de esta alegría que inundará nuestros corazones, sino hagamos que el agua viva rebalse nuestra vida y llegue a quienes más la necesiten.
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