martes, 22 de septiembre de 2020

Somos familia de Cristo?

"Él respondió diciéndoles:
«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Y yo me pregunto ¿somos su madre y sus hermanos? Sí, nos llamamos cristianos, somos familia de Cristo, pero ¿escuchamos la palabra de Dios y la cumplimos? Por que esa es la cuestión. Tener un apellido o haber nacido dentro de una familia no nos hace familia, sino cuando vivimos el amor y la unidad, eso nos hace familia. Cuando nos cuidamos entre todos y estamos atentos a lo que los otros necesitan. Cuando, a pesar de las diferencias, buscamos siempre la unidad y la paz. Cuando... escuchamos la palabra de Dios y la practicamos... eso nos hace famiilia de Cristo, eso nos hace familia.
¿Cómo llamarnos familia si no buscamos la unidad? ¿Cómo llamarnos familia cuando nos estamos criticando día sí y día también? ¿Cómo llamarnos familia si no aprendemos a perdonar como nos han perdonado? ¿Cómo llamarnos familia si no podemos ni vernos? ¿Cómo llamarnos familia si vivimos compitiendo unos con otros y buscando siempre la paja en el ojo ajeno?
Sí, nos falta mucho para llegar a ser familia humana y familia de Cristo.
Todos sabemos que el ideal que nos ha puesto el Señor para la vida es muy alto, demasiado alto: sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto, sed santos como vuestro Padre Celestial es Santo. Pero, aunque nosotros lo veamos imposibles, sabemos que para Dios nada es imposible. Bueno, sí, una cosa es imposible: abrir nuestro corazón y hacernos aceptar su voluntad. Es imposible para Él no porque no pueda hacerlo, sino porque no quiere destruir mi libertad de optar, no quiere arrebatarme el mejor regalo que nos dio: la libertad, el libre albedrío.
Porque somos tan libres, que hasta tenemos la libertad de negarlo a Aquél que nos creó y que nos hizo libres. Y Él que nos dió lo mejor de sí para nuestra vida, siempre estará esperando que, como María, le entreguemos nuestra libertad para hacernos plenos, para hacernos verdaderamente libres, pues la libertad de los hijos de Dios, es la veradera libertad que transforma los corazones y hace nuevas todas las cosas, incluso el corazón del malvado y del pecador, lo convierte en corazón de santo.
Cuando descubramos el Verdadero Valor de Vivir en Dios, entonces podremos entregarle nuestra libertad, y hacernos, como María, esclavos de Su Palabra, para alcanzar a ser perfecta familia de Cristo.

 

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