«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».
No pretende el Señor hacernos sentir mal con sus llamadas de atención, sino que quiere que nos pongamos a reflexionar acerca de nuestras actitudes y respuestas a Dios, en la vida diaria.
En esta afirmación Jesús quiere hacerle ver a los que se creen mejores que los demás, porque conocen las Escrituras, y por que son los mejores “rezadores”, que no sólo por rezar y creerse mejores entrarán en el Reino de los Cielos, sino por vivir en fidelidad a la Voluntad de Dios. Porque ellos, los que conocían las profecías, no reconocieron a Jesús como su Mesías y Salvador, en cambio los “pobres de Dios”, que son los pecadores pudieron acercarse a Jesús, y reconociéndolo se convirtieron y dejaron su vida de pecado por una vida nueva en la Gracia.
Por eso, antes de esta afirmación nos hace pensar cómo es nuestra respuesta a Dios: ¿somos los que decimos sí, pero después no hacemos lo que decimos? o ¿somos los que decimos que no y después sí hacemos la voluntad de Dios? El arrepentimiento y la conversión es el mejor camino para alcanzar no sólo el Reino de los Cielos, sino la paz interior para seguir recorriendo el Camino de la Vida que nos mostró Jesús con su propia vida.
Claro es que esta afirmación y exhortación de Jesús es para aquellos que, cada día, decimos: “venga a nosotros tu Reino, hágase Tu Voluntad en la tierra como en el Cielo”. Cuando estamos diciendo que se haga Tu Voluntad, no es que los demás la hagan (como muchas queremos… que otros hagan lo que yo no hago) sino que soy yo quien tengo la responsabilidad de hacer lo que Dios quiere, porque Él me pide a mí ser Fiel a Su Proyecto para mi vida. Pero no puedo escudarme en un argumento falso de decir: como los otros no lo hacen yo no lo hago. Cada uno es responsable de la respuesta que le da al Señor en su vida. Y de acuerdo con la respuesta será la Gracia que el Señor me conceda para alcanzar el Cielo o no
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