domingo, 20 de septiembre de 2020

Quién es injusto?

"Él replicó a uno de ellos:
“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Generalmente andamos con un ojo mirando lo que hacen los demás, y, sobre todo, cómo hacen los demás para tener más que yo. Eso significa que tengo envidia de cómo viven o de qué tienen los demás. Es decir, no estoy conforme con lo que yo tengo, hago o soy; algo que es propio de nuestra naturaleza, lo cual no quiere decir que esté bien o que nos haga bien.
No es bueno estar todo el día mirando lo que hacen los demás para compararme para bien o para mal, porque eso no me deja estar en paz ni conmigo mismo ni con los demás, y, mucha veces, se torna en una carrera insoportable para, como dice la canción, "ver quien la tiene más grande".
Pero, también, muchas veces escuchamos acerca de la injusticia de Dios, porque no hace lo que quiero, porque no me escucha, porque deja que pasen ciertas situaciones, etc., etc. Y, creo que la mayor injusticia no es la de Dios, sino que es la de los hombres, la nuestra, sin ir más lejos. Y para eso voy a poner ejemplos que pueden ser muy fuertes pero que hablan de que los injustos somos nosotros, porque sabiendo lo que hacemos lo hacemos mal.
Por ejemplo: nos quejamos cuando algún joven o niño muere, sin embargo, no son pocos los que avalan los abortos, no sólo que están a favor del aborto, sino los que se callan y no dicen ni pío cuando ven una situación así, y, muchas veces, son cómplices de ese asesinato.
Otro ejemplo: los gobiernos que están legislando a favor de la eutanasia. Nos volvemos a quejar de las muertes de las personas, pero, sin embargo estamos a favor de "dar una muerte buena" a quienes están postrados en las camas. ¿No es eso, también, matar a alguien sin su consentimiento? Ni siquiera con su consentimiento podemos dar muerte a alguien pensando en un bien mayor.
Y de ahí para abajo, hay muchos otros ejemplos que nos hablan de que tenemos los valores trastocados, de que no sabemos, o no queremos defender los valores de nuestra fe, de la vida, de la dignidad del hombre. Porque es fácil quejarse, pero siempre volvemos a caer en los mismos errores, porque, también, nos da miedo o vergüenza decir que creemos en otras cosas, o valoramos otros ideales.
Hoy si leemos literalmente las palabras de Jesús nos parece injusto el proceder de Dios, pero si aprendemos a leer con espíritu de fe vamos a descubrir otras realidad que están ocultas en esas palabras, y que no se pueden definir con palabras humanas, sólo la Luz del Espíritu nos hará comprender el sgnificado de las parábolas y la importancia de no sólo mirar lo que hace el otro, sino mirar y procurar que mi actuar sea coherente con lo que pienso y creo.

 

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