sábado, 7 de marzo de 2020

No solo buenos deseos....

"Hoy has elegido al Señor parque el que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz. Y el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo, como te prometió, y observes todos sus preceptos".
Ha sido una elección personal el seguir a Cristo, el ser cristiano, porque, a pesar de haber recibido el bautismo sin conciencia, al hacernos mayores hemos elegido seguir ese mismo camino. Por lo tanto, aunque hemos recibido el Espíritu Santo sin haber pedido, hemos ratificado esa elección con nuestra vida cotidiana. Pero ¿seguimos el Camino de Cristo? Como dice el Señor en el Deuteronomio ¿vamos por sus caminos, observamos sus mandatos, preceptos y decretos, escuchamos su voz?
Y, aún más ¿buscamos la perfección en el amor que es la que nos dice Jesús? "Sed perfectos, porque vuestro Padre Celestial es perfecto".
Son pequeñas, pero fuertes, preguntas que nos tenemos que hacer en este tiempo de Cuaresma, para que, al llegar a la Pascua, podamos resucitar o el Señor pueda hacer resucitar todos esos buenos deseos y darnos la fuerza para que se conviertan en realidades. Sí, porque buenos deseos tenemos todos, pero después llega el momento y... el buen deseo queda en buen deseo, sin cumplirse. Y, para estos buenos deseos no necesitamos un hada madrina que nos haga hacer mejores, sino que necesitamos la disposición del corazón y la fortaleza del espíritu para llegar a hacer bien las cosas.
Y ¿de dónde sacamos la fortaleza del espíritu? Por eso en este tiempo de cuaresma se nos pide: oración, limosna y sacrificio. Tres aspectos de nuestra vida que nos llevan a fortalecer el espíritu: una oración que sea verdadero diálogo entre el Padre y yo, no esa oración que sea un monólogo que no le dejo lugar al Padre para que me hable. Y esa oración me pide un sacrificio: sacrificio de dejar de lado algunas cosas que quiero hacer, para tener más tiempo para Dios.
Pero ese no es el único sacrificio: sino la renuncia a algunos gustos personales, el hacer algunas de esas cosas que tengo pendientes como ir a visitar algún enfermo, pedir perdón a alguien, perdonar a otros, dejar de criticar... Porque son esos actos los que me llevan al esfuerzo de la renuncia y la renuncia para vivir el amor, y hacer el bien, son las que van fortaleciendo el espíritu y nos traen las Gracias del Señor.
Y la limosna no es sólo esa de dar 10 céntimos en la colecta de la misa, o al que está pidiendo en la calle, sino dar algo de lo mío para que otros puedan tener algo más. Como diría Madre Teresa de Calcuta: amar hasta que duela, o dar hasta que duela. Dar de lo que me sobra no es dar, es tirar lo que no necesito.
"Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto".

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