jueves, 12 de marzo de 2020

Maldito quien confía en el hombre

"Esto dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto".
No es fácil mantener nuestra mirada puesta en Dios cuando vivimos en un mundo que nos lleva de narices. No es fácil cuando vemos que todo sigue avanzando y que nuestra vida parece como detenida. No es fácil cuando queremos ver los frutos abundantes y aún no hemos sembrado como nos lo dice el Señor.
Y así nos sucede en todas las cosas, cuando no vemos los frutos que queremos ponemos nuestra confianza en los hombres, en las cosas humanas, y no en Dios. Si miramos bien, esto lo vemos, incluso, dentro de la iglesia misma porque vamos poniendo, cada día, más confianza en nuestras propias prescripciones, ya sean litúrgicas, de vestimenta, etc., y no en lo que Dios nos pide a cada uno para vivir de acuerdo a su Voluntad.
Hacemos, muchas veces, de la Iglesia una empresa que tiene que dar buenos rendimientos, y tener, cada día, más gente dentro de sus muros. Y ¿es esa la iglesia que el Señor quiere? En estos días de la paranoia coronavirus vemos cómo se van dando reglas y seguros, y otros condenan lo que tiene que ser tan normal. Para algunos la comunión en la mano es un rito satánico y profanador de lo sagrado, mientras que para otros es lo más normal que pueda ser así. ¿Por qué atamos cargas pesadas sobre los hombros de los demás?
Y ni qué hablar de tantas y tantas normas litúrgicas que creemos que nos llevan a ser más santos. Si solamente tenemos la mirada puesta en la Ley ¿cuándo amamos de verdad? Por tener los ojos puestos en las leyes humanas ¿somos más fraternos? Nos vamos, muchas veces, criticando unos a otros por lo que hacen, por cómo visten, por como hablan... y por poner la mirada en la ley humana, hemos perdido tiempo para amarnos, para perdonarnos, para llegar a ser lo que Jesús quiere que seamos: "sean Uno para que el mundo crea", "en esto verán que sois mis discípulos: en la medida en que se amen unos a otros".

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