"¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?"
Muchas veces sabemos muchas cosas del evangelio, sabemos mucho de religión, sabemos mucho... pero no siempre actuamos como todo lo que sabemos, sino que nos dejamos llevar por lo que nos interesa, lo que nos gusta, lo que nos dicen, o lo que se hace en el mundo, sin ponernos a pensar qué es lo que quiere Dios que hagamos. Cuando nos dejamos llevar por "otras sabidurías" y no por la Palabra de Dios, es lo que Dios llama: "detestas mi enseñanza... te echas a la espalda mis mandatos".
Sí, quizás lo hagamos por ignorancia, pero tenemos que convertir esas situaciones, porque, aunque no detestemos la Palabra de Dios, con nuestras acciones pareciera que es así, pues no le damos el lugar que tiene que tener en nuestras vidas.
Por eso, Jesús le decía a la gente:
"En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar".
Generalmente, en el día de hoy, creemos que esto vale sólo para los obispos y los curas, que somos quienes decimos y hablamos de la Palabra de Dios, desde nuestro lugar en las iglesias. Y eso es cierto, no siempre vivimos lo que decimos, y eso, también, confunde a la gente, porque no somos testigos veraces de la Palabra de Dios. Pero, también, lo dice por cada uno de los que hemos sido ungidos profetas en el bautismo, pues todos estamos llamados a anunciar la Buena Noticia con nuestras vidas.
Lo que nos pasa, muchas veces, es que se nos suben los aires de "maestros" a la cabeza y nos creemos los mejores predicadores del evangelio. Nos aprendemos de memoria algunos versículos de la Palabra de Dios, y ya nos damos el título de maestros o doctores de la Ley, pero, lo que, en realidad vale, no es el título de papel que me han dado en una universidad, sino el papel que juega en mi vida la Palabra de Dios.
"Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
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