"Por eso, al entrar Cristo en el mundo dice:
«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije: He aquí que vengo - pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí - para hacer, ¡ oh Dios!, tu voluntad».
¿Cuando entró Cristo en el mundo? El día de la concepción de María, cuando el Ángel le anuncia a María y el Espíritu Santo la cubre con su sombra, ahí comienza la Vida, ahí comienza a entrar Cristo en el mundo, porque comienza a formarse en el vientre de su Madre.
La disponibilidad de María para hacer la Voluntad del Señor, es la misma disponibilidad que Jesús asume en su vida como camino de obediencia al Padre: "no he venido a hacer mi voluntad sino la del que me envió", "mi alimento es hacer la Voluntad de mi Padre". Y, por eso mismo, nos enseñó a rezar: "hágase Tu Voluntad aquí en la tierra como en el Cielo".
Desde el primer momento del anuncio del Ángel a María comenzamos a entender o, mejor dicho, se nos quiere hacer comprender que el Camino de la Vida es la disponibilidad total del hombre a la voluntad de Dios.
Por eso, aunque en estos tiempos que vivimos nos resulte muy fuerte o fuera de lugar, María nos enseña el camino y Ella lo asume en su vida:
"María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra»
No es la voluntad de un hombre, sino la Voluntad de Dios, pues la palabra que le transmite el Ángel es la Palabra de Dios, es lo que Dios le pide si quiere hacer, pues el Padre no exige, no nos quita la libertad que nos dio, sino que nos muestra un camino o nos ofrece un Camino de Vida, somos nosotros, como María, quienes aceptamos ese Camino.
Pero María no sólo quiso aceptar ese camino, sino que le entregó al Señor toda su vida y toda su libertad, se hizo esclava para ser libre. Y esa esclavitud es la que la hizo Bienaventurada por todas las generaciones.
Y, digo que hoy esa esclavitud nos puede sonar ridícula o fuera de lugar, porque el mundo nos plantea una libertad excesiva que llega hasta ser libertinaje, pues lo que vemos muchas veces, ya no es libertad de expresión sino un libertinaje convertido en excusa para no dejar libre a muchos que piensan diferente.
En cambio, María, no dudó un instante en hacerse esclava de la Voluntad de Dios, para hacer que la vida del mundo cambie en ese instante, permitiendo que el Hijo Unigénito de Dios se hiciese hombre en su seno, transformando la historia de la humanidad en historia de salvación.
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