"Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá".
La conversión vista desde dos manera diferentes: la conversión del inocente hacia el mal, y la conversión del malvado hacia el bien. ¿Por qué el Señor habla de la muerte del que obra mal? Porque ya antes había hablado de que siempre tenemos ante nosotros los dos caminos para elegir: "elige el camino del bien y vivirás, elige el camino del mal y morirás". Son elecciones que vamos haciendo cada día. Elecciones de las cuales nadie tiene la culpa, pues nadie me puede obligar a elegir, sino que soy yo quien elige cómo vivir.
Por eso, el Señor nos da los elementos necesarios para poder alcanzar la Vida, hasta incluso es capaz de perdonarnos por los pecados cometidos si, de corazón, nos arrepentimos y perdonamos a nuestros hermanos de corazón. Por que, claro, para recibir el perdón del Señor tenemos que haber ofrecido el perdón a nuestros hermanos, pues, al finalizar la enseñanza del Padre Nuestro, el Señor, nos dice: "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas" (y lo vuelvo a repetir para que se nos quede grabado) pues hoy nos vuelve a decir el Señor:
"Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda".
Es decir, recibimos, lo que elegimos y lo que damos. Elegimos el camino a seguir y damos lo que hay en nuestro corazón. Por eso es tan necesario buscar siempre al Señor y que sea Él quien nos vaya purificando y sanando el corazón, para que seamos capaces de saber elegir el camino correcto y de brindar amor como el Señor nos amó.
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