“Si la sal se vuelve sosa ¿con qué la
salarán?”
“Brille así vuestra luz ante los
hombres”.
Hoy vivimos en un mundo donde la sal de los cristianos se ha
mezclado con el sinsabor del mundo, donde todo lo que Dios nos dice entra en
conflicto con lo que el mundo nos dice, y pasamos a creerle más al mundo que a
Dios, comenzamos a mirar más al suelo que al Cielo, y escuchamos más los
ladridos de los animales que los llantos de los hombres, y así nos vamos
confundiendo y vamos confundiendo a los que buscan, en nosotros una luz para
iluminar sus caminos.
Si miramos a nuestro alrededor vamos a ver ¡cuántos somos los que
no somos lo que debemos ser! ¡Cuantos somos los que no somos coherentes con
nuestra fe! ¿Dejamos de creer en Dios? No, seguramente que decimos que creemos
en Dios, pero si miramos un poco más adentro nuestro vamos a ver que no creemos
en Su Palabra, pues Su Palabra no están en nuestros corazones y nuestras
acciones y palabras no hablan de lo que Dios nos ha pedido vivir y predicar con
nuestras vidas.
Sí, hemos perdido el sabor. Nos hemos vuelto sosos en nuestras
vidas porque ya no tenemos la pasión de los primeros cristianos que preferían
perder sus vidas antes que dejar de ser Fieles a Dios. Ya no tenemos la pasión
de llegar a Dios antes que conformar a los hombres con nuestras acciones. Ya
para nosotros los mandamientos no son más que palabras que han perdido su
actualidad y que ahora nos motivan más los mandamientos del mundo que la Vida Eterna.
Sí, ya no somos luz para
los hombres porque nuestra fe la ocultamos debajo de nuestras acciones, y
dejamos que otros digan con más fuerza que nosotros que no vale la pena creer
en Dios. Ya no somos luz porque no brillamos con la Luz del Señor, sino que
creemos que son otros los astros que producen luz y los dejamos entrar en
nuestras vidas, creyendo que sus profecías pueden hacernos cambiar y darnos lo
que nos falta para alcanzar lo que queremos.
Hemos, en definitiva, dejado de lado al Dios de la Vida, a la Luz
de nuestra vida, para llenarnos de otros dioses que nos han robado la Sal, la
Luz y hemos dejado que no sólo nos confundamos con lo mundanos, sino que no
hemos sido fieles a nuestra misión de llevar a Dios al mundo.
Pero aún estamos a tiempo de volver, siempre hay un tiempo para
reconocer nuestro error y pedirle al Espíritu que nos vuelva a iluminar y
encender con la Luz y la Fuerza de sus Dones, para que Fieles a la Voluntad de
Dios, seamos la Sal y la Luz que el mundo necesita y que nosotros hemos
perdido.
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