martes, 12 de junio de 2018

Sal y luz


“Si la sal se vuelve sosa ¿con qué la salarán?”
“Brille así vuestra luz ante los hombres”.
Hoy vivimos en un mundo donde la sal de los cristianos se ha mezclado con el sinsabor del mundo, donde todo lo que Dios nos dice entra en conflicto con lo que el mundo nos dice, y pasamos a creerle más al mundo que a Dios, comenzamos a mirar más al suelo que al Cielo, y escuchamos más los ladridos de los animales que los llantos de los hombres, y así nos vamos confundiendo y vamos confundiendo a los que buscan, en nosotros una luz para iluminar sus caminos.
Si miramos a nuestro alrededor vamos a ver ¡cuántos somos los que no somos lo que debemos ser! ¡Cuantos somos los que no somos coherentes con nuestra fe! ¿Dejamos de creer en Dios? No, seguramente que decimos que creemos en Dios, pero si miramos un poco más adentro nuestro vamos a ver que no creemos en Su Palabra, pues Su Palabra no están en nuestros corazones y nuestras acciones y palabras no hablan de lo que Dios nos ha pedido vivir y predicar con nuestras vidas.
Sí, hemos perdido el sabor. Nos hemos vuelto sosos en nuestras vidas porque ya no tenemos la pasión de los primeros cristianos que preferían perder sus vidas antes que dejar de ser Fieles a Dios. Ya no tenemos la pasión de llegar a Dios antes que conformar a los hombres con nuestras acciones. Ya para nosotros los mandamientos no son más que palabras que han perdido su actualidad y que ahora nos motivan más los mandamientos del mundo que la Vida Eterna.
Sí, ya  no somos luz para los hombres porque nuestra fe la ocultamos debajo de nuestras acciones, y dejamos que otros digan con más fuerza que nosotros que no vale la pena creer en Dios. Ya no somos luz porque no brillamos con la Luz del Señor, sino que creemos que son otros los astros que producen luz y los dejamos entrar en nuestras vidas, creyendo que sus profecías pueden hacernos cambiar y darnos lo que nos falta para alcanzar lo que queremos.
Hemos, en definitiva, dejado de lado al Dios de la Vida, a la Luz de nuestra vida, para llenarnos de otros dioses que nos han robado la Sal, la Luz y hemos dejado que no sólo nos confundamos con lo mundanos, sino que no hemos sido fieles a nuestra misión de llevar a Dios al mundo.
Pero aún estamos a tiempo de volver, siempre hay un tiempo para reconocer nuestro error y pedirle al Espíritu que nos vuelva a iluminar y encender con la Luz y la Fuerza de sus Dones, para que Fieles a la Voluntad de Dios, seamos la Sal y la Luz que el mundo necesita y que nosotros hemos perdido.

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