lunes, 4 de junio de 2018

Escuchar al Dueño de mi Viña

"¿No habéis leído aquel texto de la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?».
Intentaron echarle mano, porque comprendieron que había dicho la parábola por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon".
La parábola de hoy claro que hace referencia al Pueblo de Israel y a los sumos sacerdotes y escribas, hacer referencia al Pueblo que el Señor se eligió para sí y que después no quiso tener más referencia con Él, sino que cada uno hizo lo que quería con aquello que no le pertenecía.
Pero también es una parábola que nos atañe a cada uno de nosotros, porque nuestra vida tampoco nos pertenece, aunque todos creamos que somos dueños y señores de nuestra vida, y, algunos creen que son dueños de las vidas de los demás. Pero no, no somos dueños de nuestra vida, ni de la vida de los demás, somos unos simples inquilinos de una vida que nos ha sido regalada, porque fue comprada al precio de la Sangre del Cordero sin Mancha, y me estoy refieriendo a la vida espiritual (aunque la carnal tampoco nos pertenece porque no fuimos nosotros quienes nos dimos vida, sino que hemos sido llamados a la vida)
Es claro que no siempre hacemos esa diferencia entre nuestra vida espiritual y nuestra vida terranal, o, perdón, sín hacemos diferencia, porque las cosas del espíritu creemos que podemos dejarlas para "ciertos" momentos, y las terrenales son las que escuchamos a cada instante. Y tampoco es así, porque somos espíritu y carne, como nos define San Pablo. Y, aunque no le hagamos caso a las cosas espirituales, igualmente nos "sacuden" diariamente con pensamientos o sensaciones que, si las esuchamos, podríamos hacer mejor las cosas de cada día.
Por eso somos como los que arredanron la Viña, cuando vienen esos sentimientos profundos y esas necesidades de algo más en nuestras vidas, intentamos apagarlas con otras cosas "más importantes" para nosotros, y vamos dejando para otro momento lo que es esencial: nuestro espíritu, nuestra oración, nuestra vida sacramental, e, incluso, nuestra vida familiar.
Y así, sin querer, llegará el día que no tenga el tiempo que dije que "después lo haré", y no porque "Alguien" me robe el tiempo, sino porque no usé del tiempo que tenía en el momento oportuno, y el tiempo que pas (lo sabemos) no vuelve, ya no puedo recuperar lo que se ha ido, o lo vivo en el momento oportuno o ya no tengo más tiempo para vivirlo.
Y así es que el Señor quiere que prestemos oído a los "cobradores" que vienen a nuestro corazón para hacernos ver que lo que creemos que es nuestro no es nuestro, sino que llega el momento en que tenemos que dar cuentas de lo que hemos vivido y de lo que estamos viviendo, que siempre hay un momento para todo y que tenemos que preguntar al Dueño de la Viña cuál es el mejor método para que la Viña de los mejores frutos, y vamos a descubrir que ese método es el que verdaderamente me da lo que tanto he esperado y que no podía encontrar ni disfrutar.

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