jueves, 21 de junio de 2018

Cuando oreis...

"Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso".
Hoy en día estamos acostumbrados a creer que si hablamos mucho nos van a escuchar o a entender mejor, y por eso nos toca, a veces, escuchar largas pláticas o conversaciones que se hacen interminables y que, en algunos casos, te repiten dos o tres veces las cosas, como para estar seguros de que las entendemos. Pero también, como niños pequeños y caprichosos, creemos que si le repetimos a Dios muchas veces las mismas cosas, Él nos hará caso, porque así lo hemos hecho y lo hacemos con nuestros padres.
Y Jesús, nos dice lo contrariio: "no uséis muchas palabras", o como dice el refrán popular: "a buen entendedor...", o al contrario "no hay peor sordo que el que no quiere oír".
Por eso nuestra oración no siempre es efectiva en nuestra vida espiritual, porque no es que sólo usemos muchas palabras sino que no siempre esuchamos lo que decimos, y decimos cosas sin saber el porqué las decimos o cómo las decimos. Porque orar no sólo es repetir frases aprendidas, como en toda oración, sino es haber aprendido a dialogar con las Personas Divinas, que son el interlocutor de nuestra oración.
Así, cuando los apóstoles le pidieron a Jesús que les enseñara a orar les enseñó el Padre Nuestro, para que desde la primera palabra supieran que están hablando con alguien, y que, en este caso, ese alguien es el Padre de los Cielos, no es un ente aislado que no tiene idea de quienes somos. Dialogamos con el Padre y un Padre que es Dios Todopoderoso, que nos amó desde antes de la creación del mundo, y nos conoce desde las entrañas de nuestras madres.
Si volvemos a leer las palabras de Jesús vamos a darnos cuenta cómo debe ser nuestra oración, esa oración en la que va creciendo mi alma, en la que voy recibiendo la Voz de mi Padre y, sobre todo, en ese diálogo de amor en el que mi alma se pone a escuchar la Voluntad de mi Padre, y va aprendiendo y aprehendiendo el Camino que le conduce a la Vida Verdadera: "...pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros orad así:
"Padre nuestro que estás en el cielo..."

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