jueves, 7 de junio de 2018

Has de recordar...


“Esto es lo que has de recordar, advirtiéndoles seriamente delante de Dios que no discutan sobre palabras; no sirve para nada y es funesto para los oyentes.
Procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con rectitud la palabra de la verdad”.
Los consejos de San Pablo a Timoteo son dignos de tenerlos escritos en un lugar bien visible en nuestras casas, para poder recordarlos siempre, pues son el estímulo y las líneas que tendríamos que seguir cada día. Por eso le dice: “esto es lo que has de recordar”, y no sólo es un recuerdo para tenerlo en la cabeza para algunos momento, sino que son recuerdos que nos hacen vivir cada momento, pues nuestra vida está llena de esos momentos y son esos momentos los que definen nuestra vida.
Sino pensad en este: “no discutan sobre palabras; no sirve para nada y es funesto para los oyentes”. ¿Cuántas veces nos ponemos a discutir por cosas que no sirven para nada, salvo para distanciarnos unos con otros? No siempre tenemos razón y no siempre nos dan la razón. Por eso cuando veamos que alguien no nos va a escuchar o que no quiere comprender o entender, deja la conversación, no es necesario llegar a un punto en donde ya no hay retorno, simplemente por decir “¡jah! viste que tenía razón”. Lo importante es conservar la paz y la fraternidad. Con el tiempo, cada uno, irá comprendiendo cuál es la Verdad, pues, a veces, todo tenemos una parte de la verdad y sin darnos cuenta queremos sólo tener verdad.
 Tampoco debemos dejarnos llevar por las palabras, porque muchas veces las palabras intentan hacernos daño, pero sabemos que las palabras no dañan cuando sabemos que sólo buscan hacer mal y no buscan la Verdad. Pues sólo la Verdad nos hace libres y nos da la paz necesaria para ayudar a otros a encontrar el Camino. Pero también debemos recordar que las palabras nunca pueden ser echadas al viento sin ponernos a pensar qué es lo que queremos o sin ponernos a medir las consecuencias que pueden llegar a traer. No podemos excusarnos en decir “ohh no me di cuenta…” o “lo dije sin pensar”. No, cada uno es responsable de lo que dice y hace y por eso tenemos que saber qué decimos y qué hacemos.
Muchas veces hemos leído y dicho que a las palabras se las lleva el viento, pero también que cuando una palabra sale de la boca nunca podemos volver a recogerla y que no haga daño. Y si lo hemos hecho , al daño, tener la capacidad y la fortaleza para saber pedir disculpas o perdón por lo que hemos dicho o hecho.
Por eso San Pablo finaliza diciendo: procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con rectitud la palabra de la verdad”, sólo si aprendemos a pensar y reflexionar antes de decir o actuar alcanzaremos al Gracia de no tener que avergonzarnos por nuestros actos o palabras.

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