sábado, 30 de junio de 2018

Llora hija de Sión

"¿A quién te compararé, a quién te igualaré, hija de Jerusalén? ¿Con quién te equipararé para consolarte, doncella, hija de Sión?; pues es grande como el mar tu desgracia: ¿quién te podrá curar?
Tus profetas te ofrecían visiones falsas y vanas; y no denunciaron tu culpa para que cambiara tu suerte, sino que te anunciaron oráculos falsos y seductores".
Al leer este pasaje de las Lamentaciones me parecía estar viendo a nuestro mundo que llora por tantos y tantos países y ciudades, a nuestro mundo que no sólo llora por sus guerras, sino que llora por el hambre, por la persecución, por las crisis, por la matanzas de inocentes, y por tantas y tantas atrocidades que se van cometiendo día tras día.
Para algunos es culpa de los hombres, para otros es culpa de Dios, para otros es culpa de la Iglesia.. pero no siempre es mi culpa. Sí, habéis leído bien: no siempre pienso que las atrocidades que se cometen en el mundo sea culpa mía.
Pero ¿qué tengo que ver yo con lo que está pasando en la otra punta del mundo? Quizás poco o quizás mucho. Porque nosotros, los que hemos recibido el bautismo de Jesús, somos los profetas que el mundo necesita, somos los que llevamos la Luz al mundo para que encuentre el Camino de la Salvación, pero no siempre profetizamos y no siempre iluminamos. No sólo que nos callamos la Verdad de Dios, sino que otras tantas aceptamos la verdad de los falsos profetas que nos venden (y lo sabemos) mentiras brillantes y hermosas y nos quitan el mejor tesoro que llevamos en nuestro corazón: la Fe en el Señor, la confianza en su Providencia, la fortaleza de la Verdad.
Hay un dicho que circula muchas veces por ahí que el mundo no sólo está mal por la maldad de los hombres, sino por la ausencia de los buenos, porque nos quedamos mirando cómo pasa la vida pero no hacemos mucho por defenderla, por salir al paso de la mentira con la verdad, de las tinieblas con la Luz, del odio con el Amor, de las discordias con la Paz...
Y por eso el Señor vuelve a decir como en aquél encuentro con el centurión romano:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Porque nuestra fe nos da solamente para cuidar nuestras vidas, pero no para salir y defender la vida de los hemanos. Dejamos que la mentira, el rencor, el odio vaya ganando terreno en el mundo, y, muchas veces, en nuestros corazones transformándonos así no en instrumentos de paz sino en instrumentos de discordia, de desunión...
Si realmente creemos que el Señor nos ha llamado para ser instrumentos de su Paz, para ser Sal, Luz y Fermento, alimentémonos con Su Palabra y Su Vida y defendamos la Vida que Él quiere que el mundo tenga.

viernes, 29 de junio de 2018

Amar al Amor

Creo que voy a comenzar con las lecturas de la Vigilia de San Pedro y San Pablo, sobre todo con el evangelio que es uno de los tantos que me gusta. Pero que ayer le pude sacar un poquito más de alimento, y, creo que nos sirve para entender las lecturas de hoy, y, sobre todo para nuestra vida.
El Evangelio de la víspera es donde Jesús le pregunta tres veces a Pedro si lo ama. Es sólo esa pregunta que siempre nos llama la atención cuando la escuchamos de labios de Jesús. Y me puse a pensar que Jesús no le pregunta Pedro ni por los 10 mandamientos, ni los preceptos de las Leyes judías, ni sobre ningún otro concepto doctrinal, sino sólo le pregunta: "¿me amas más que éstos?; ¿me quieres más que estos?; ¿me amas más que éstos?". Tres preguntas sobre el amor a su persona, no sobre sus conocimientos intelectuales sobre la religión.
Y porque Pedro le responde a cada pregunta que "sí, tú sabes que te amo", entonces le termina diciendo: "sígueme". Dándole la responsabilida de ser Cabeza del Nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, y por eso de tener las Llaves del Reino de los Cielos.
No se puede ser cristiano, es decir: seguir a Cristo, si no lo amamos más que a nada en el mundo, porque el Camino que Él nos muestra es su propia persona, y por eso mismo, no podemos ser lo que no amamos. No podemos ser lo que solamente hemos aprendido con nuestra inteligencia, sino que seguimos lo que nos ha tocado verdaderamente el corazón.
Tanto Pedro, Pablo y todos pudieron seguirlo porque conociéndolo pudieron amarlo con toda su vida: "ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí", decía el mismo Pablo. Y sólo eso se puede decir si hay un amor intenso hacia una persona. Sólo se pueden soportar todos los sufrimientos padecidos si lo hacemos por amor al amante, no hay otra explicación para que ellos hayan podido entregar su vida, para poder soportar tanto escarnio y sufrimiento por Cristo.
"Mas el Señor me estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mi, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra mal y me salvará llevándome a su reino celestial".
Estas palabras de San Pablo no son sólo una frase aprendida de memoria, tomada de algún libro de autoayuda (creo que no había en aquellos momentos) sino que brotan de un alma enamorada que ha sabido reconocer el verdadero amor y aceptar que ese Amor era el mejor para él y por eso por Fidelidad al Amor de los Amores puede soportarlo todo, pues sabe que Él siempre estará a su lado y que su fortaleza le permitirá alcanzar el fin deseado.
"Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe".

jueves, 28 de junio de 2018

Sobre roca o arena?

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos".
Hay mucha dureza en las palabras de Jesús, no porque Él quiera se duro con nosotros sino porque nos ha presentado (y después nos ha regalado) una Vida Nueva para vivir, y no sólo unos conceptos para predicar. Sabemos que siempre ha sido fácil decir cosas, hablar, predicar, incluso hasta para maldecir y aborrecer a los enemigos, hemos tenido la palabra fácil, siempre lista en nuestros labios para decir lo que pensamos.
En este caso el Señor nos pide, y tomando la palabra que nos dirigió al enseñarnos el Padre nuestro, que no hablamos demasiado pero sí que digamos lo que es correcto y, sobre todo, lo que realmente vivimos o queremos vivir.
¿Por qué la gente se asombraba de sus palabras y confiaba en sus palabras más que en la de los escribas y fariseos? Porque la autoridad de sus Palabras era su propia vida y no sólo porque estaba convencido de lo que decía (que es importante) sino porque era lo que vivía y había vivido junto al Padre: "no hago otra cosa que lo que he visto hacer a mi Padre".
Por eso nos pone seguidamente el ejemplo del que edificó su casa sobre roca, porque muchas veces nuestra fe no está edificada sobre la firmeza de la Palabra o de la relación personal con nuestro Dios y Señor, sino sobre sentimientos humanos de sólo querer sentirnos bien, y "cumpliendo" lo que tenemos ganas, pero no hemos cimentado nuestra fe en una verdadera relación con Dios sabiendo y aceptando que Él es el Señor de nuestras vidas, sino que, para muchos, Dios es quien me escucha cuando necesito algo.
En algunos casos nuestra está sólo cimentada en la enseñanza de un catecismo de primera comunión, pero después no fui profundizando en las enseñanzas de la iglesia a medida que fui creciendo, y entonces llegaron los momentos de decisiones, o de aceptación de algo que no era lo que yo quería y ahí se derrumbó mi fe.
En cambio si crecí en una relación madura con el Señor, en la cual comprendí y acepté a Dios como el Señor de mi vida, sabiendo que a pesar de que, muchas veces, Él me pida asumir y vivir situaciones que no son de mi agrado, se muy bien que Él siempre está a mi lado, por eso mi fe se fortalece en la tempestad y en esos momentos es cuando "doblego" mi oración y relación con el Señor, pues es cuando más necesito estar cerca de Él.
Si sólo buscamos un consuelo sentimental en la relación con Dios, estamos perdidos, pues no sólo es un amor sensible el que nos une a Él sino que es un Amor Efectivo que nos hace entregarnos de todo corazón y con toda nuestra vida a vivir en Fidelidad a la Palabra de Dios.

miércoles, 27 de junio de 2018

Conocer el Camino de la Alianza

Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó las vestiduras. Y ...., les ordenó:
«Id a consultar al Señor por mí, por el pueblo y por todo Judá, a propósito de las palabras de este libro que ha sido encontrado, porque debe ser grande la ira del Señor encendida contra nosotros, ya que nuestros padres no obedecieron las palabras de este libro haciendo lo que está escrito para nosotros».
Cuando leemos la Palabra de Dios sabiendo que, para nosotros, es eso ¡Palabra de Dios! entonces nos puede llegar a pasar lo mismo que al Rey: nos damos cuenta ¡cuánto nos falta por vivir! y que muchas cosas que, hoy, creemos que están bien no son de acuerdo a lo que Dios nos ha pedido vivir.
La tradición y la costumbre van dirigiendo la vida de las comunidades, eso es cierto y seguro, pero también tenemos que descubrir hacia dónde nos conducen esas costumbres y tradiciones, porque no somos animales sin conciencia ni razón, sino que somos personas libres con capacidad de razones y comprender y, sobre todo, de decidir. Pero (aunque la palabra suena mal hoy) muchas veces nos trasnformamos en "miembros de una manada" que va según el rumbo que le dicta un cabecilla pero no se ha puesto a pensar hacia dónde ni por qué.
Y lo primero que Dios nos pide, a cada uno, es que hagamos un claro discernimiento de lo que queremos vivir, y según nuestro discernimiento sellemos una alianza para alcanzar ese fin. El Pueblo de Dios había discernido y sellado esa alianza, pero con el tiempo fueron transformando las costumbres y modificando las leyes de Dios, por eso cuando el Rey descubrió cuál era la Verdadera Alianza rasgó sus vestiduras y pidió perdón al Dios de sus padres por haber abandonado la Alianza.
Así nosotros, si vamos constantemente leyendo y reflexionando sobre la Palabra de Dios, vamos a poder discernir con claridad sobre la alianza que, en nuestro bautismo, hemos realizado con el Señor, y cuál es el Camino que Él nos muestra para vivir. Así alcanzar la meta no será cuestión de si el Señor está cerca mío, sino de si yo soy Fiel a la alianza que he sellado con Él.
Seguramente habrá momentos de todos, pero siempre he de buscar el permanecer en su Alianza, en su Amor, en la Fidelidad a su Voluntad para que los frutos que voy dando día a día, sean frutos propios del Espíritu que vive en mí. Y, por eso mismo, tendré que ir leyendo en los frutos la fuerza de mi Fidelidad a Dios, pues "por los frutos los concoeréis".

martes, 26 de junio de 2018

Lo barato sale caro

¡Cuántas cosas que nos dice el Señor hoy! Son muchas para ponernos a pensar y meditar. Intentemos ir por parte.
«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros".
Seguramente ninguno de nosotros tiene esta actitud tan extraña de despreciar lo sagrado, lo religioso, lo sobrenatural. Pero no siempre (lo he dicho otras veces) sabemos apreciar suficientemente lo que Dios nos ha regalado. Quizás, cuando "el agua nos llega al cuello" vamos en busca rápida de los sagrado o de lo sobrenatural. Pero en el día a día, que es cuando tengo que ir "reforzando" mi vida espiritual, no lo tengo en cuenta. O sí. Pero ahí cada uno tiene que ir haciendo una reflexión personal de cómo alimenta su vida espiritual. Porque es cierto que la lectura y la reflexión de la Palabra es un alimento verdadero, pero no es el más "sustancioso". ¿Cuál es el más sustancioso? El Verdadero Pan del Cielo es lo que verdaderamente alimenta mi espíritu y me anima y fortalece para seguir recorriendo el Camino de la Santidad.
¿Cuántas veces no nos acercamos a la Eucaristía? ¿Cuántas veces no vamos a la Confesión Sacramental?
Por eso, no es que los despreciamos, pero no recurrimos a ellos con la verdadera necesidad de crecer en santidad, sino que, muchas veces vamos como al supermercado: hoy necesito tal cosa y voy a buscarla, pero si no la necesito no la compro.
"...todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas".
No sólo hablemos de los demás, pues nuestras relaciones personales con los demás deja, a veces, mucho que desear. Sino teniendo en cuenta lo anterior pensemos: quiero que siempre Dios esté conmigo, me acompañe, me escuche, me atienda... ¿Yo me acerco más a Dios? ¿Lo escucho? ¿Presto atención a Su Voluntad? ¿O simplemente voy haciendo lo que quiero y, de vez en cuando, busco su Voluntad? Es verdad que Dios es siempre Fiel a su alianza con nosotros, pero para poder estar en "armonia" con el Señor, tengo que disponerme yo también a estar con Él, y no sólo a que Él sea mi "delivery" cuando lo necesite.
"Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»
Es lo que siempre pensamos y decimos: "¡qué difícil que son estas cosas!" pero es el Camino que nos lleva a la felicidad y a la plenitud de nuestra vida, porque, como se dice: "lo barato sale caro", quiero muchas cosas pero nunca quiero pagar el precio de lo que las cosas valen.
Él para darnos Vida dio su Vida en la Cruz, a mí aún no se me ha pedido ese mismo precio, pero sí se nos pide que hagamos el esfuerzo de vivir más fielmente en el Señor.

lunes, 25 de junio de 2018

La viga de nuestro ojo

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?"
Podemos acaso no juzgar? No, no podemos no juzgar, poque somos seres racionales (lo he dicho muchas veces y lo volveré a repetir siempre) En cada momento estoy juzgando. Por ejemplo, tú que estás leyendo estas líneas estás juzgando si son buenas o no, pero no lo haces (o quizás sí) porque quieres juzgarme, sino porque inconscientemente tu cabeza lo hace. Y así nos pasa con todas las cosas que vamos viendo, sientiendo o escuchando, las juzgamos.
Ahora bien, el problema o el centro de la cuestión es lo que hacemos con el juicio que hemos realizado: condenamos a alguien o lo absolvemos? Y a eso es a lo que se refiere Jesús, a la condena que hacemos, muchas veces, de las personas, porque nadie nos ha erigido jueces de nuestros hermanos, sino se nos ha hecho tomar conciencia de esa realidad: somos hermanos.
Es por eso que Jesús nos ayuda y nos dice también que, con el juicio que hemos hecho de los actos de una persona, y los hemos visto malos, tenemos que ayudar a mi hermano a encontrar un camino de corrección y conversión: corrección fraterna. Para poder ayudar a mi hermano a corregirse tengo primero de todo ir a decírselo a mi hermano, pero no como el Juez que ya ha dictado sentencia, sino como el hermano que ama y busca el bien para el otro.
Lo que no quiere Jesús es que viendo malas obras o malas actitudes de los demás, lo primero que hagamos es publicar sus malas acciones y condenarlo frente a los demás, sin haber hecho nada para saber el porqué actuó de tal o cual manera, o haber hablado antes con él. Porque es muy fácil condenar publicamente a alguien (como hacen algunos medios de comunicación social) pero nunca o casi nunca hemos escuchado que alguien rectifique su condena y busque restituirle a alguien la buena fama que le hemos quitado con nuestras palabras.
Y, por supuesto, está también el sentido boomerang de las correcciones fraternas: si voy a mi hermano para corregirlo, también tendré que escuchar lo que me quieran decir a mí. Porque no vale eso de decir: yo lo digo por tu bien, pero a mí no me digas nada. Ahí vamos a ir descubriendo nuestra vanidad y soberbia de creernos los mejores, y será en ese momento cuando la viga de nuestro ojo no nos permita ver. Y, por supuesto, dejará sin efecto el bien que pude haber hecho y que por soberbio o vanidoso no pude lograrlo.

domingo, 24 de junio de 2018

Siempre se hizo así....

"A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como a su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan. »
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos se quedaron maravillados".
Muchos hemos escuchado, en algún momento (sobre todo sucede cuando algo nuevo se quiere hacer) la frase: "aquí toda la vida se hizo así". Una frase que en la época del nacimiento de Juan Bautista ya existía: "ninguno de tus parientes se llama así". Pero Isabel y Zacarías no querían ser fieles a las tradiciones de la gente sino fieles a la Voluntad de Dios, porque el Ángel del Señor lo había dicho así. Y fijáos si es verdad que Dios concede Gracia abundante cuando somos Fieles a su Palabra que en el momento en que Zacarías fue Fiel "se le soltó la lengua.... y todos se quedaron maravillados".
No siempre las tradiciones son malas y no siempre las tradiciones son buenas, por eso Dios nos pide aprender a discernir sobre cuál es su Voluntad. Hoy quizás no haya demasiado Ángeles de Dios bajando a la tierra para decirnos cuál es la Voluntad de Dios, por eso nos toca aprender a discernir. Y lo primero para poder discernir la Voluntad de Dios es no atarnos a tradiciones "de toda la vida" (que en algunos casos "toda la vida" son un par de años atrás).
Cuando estamos tan atados a "toda la vida" es porque nos sentimos seguros en lo que hacemos, pero también porque somos los únicos que lo hacemos y no queremos que nadie lo haga diferente o mejor que yo, o, lo que es peor no queremos que nos "quiten el puesto" que tenemos en la comunidad. Nos olvidamos que el pecado original nos ha dejado la peor de las espinas que es el apetito de poder y pretendemos tener poder aunque sea en el acomodo de las flores de un altar.
La imagen de la mujer entrada en años y esteril de Isabel, es la imagen de un pueblo viejo y estéril, al que le fue otorgada la Gracia de concebir una Vida Nueva con un Espíritu Nuevo, y ese Espíritu Nuevo el Señor lo llevó a su plenitud con la Fidelidad a la Voluntad de Dios, pues "siendo hijo aprendió, por el sufrimiento, a obedecer". Y es así como Juan Bautista y Jesús nos han demostrado que todo se hace Nuevo si somos Fieles a la Voluntad de Dios, si no estamos atados a nosotros mismos y nos dejamos moldear y llevar por la Voluntad de Dios.
Por eso tengamos cuidado con el "siempre se hizo así", pues así atamos la acción del Espíritu Santo que quiere hacer Nuevas todas las cosas dándole el calor y el accionar del mismo Espíritu del Señor.

sábado, 23 de junio de 2018

Tiempo de aprender

"¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso".
Hace más de 2000 años que Jesús le hablaba a la gente dele agobio, porque seguramente los veía agobiarse por las cosas materiales, por la vida, por el vestido, por esto, por aquello. ¿Qué pasaría si nos viera en este siglo XXI? Si la gente de hace dos mil años ya se agobiaba, nosotros no sólo estamos agobiados, sino que lo siguiente... Es decir, no hemos aprendido la lección.
Y creo que no son pocas lecciones las que no hemos aprendido, y no sólo porque nos las ha dicho Jesús, sino porque hay situaciones o vivencias que tenemos y por las que hemos pasado, y hemos dicho: "con esto aprendo", pero no, no aprendemos, seguimos viviendo agobiados por muchas cosas y sobre todo por las cosas materiales que no sólo nos van quitando tiempo, sino que nos van quitando vida.
¿Qué es lo que tiene que pasarnos para descubrir que nos estamos perdiendo en un mar de agobios y no tenemos tiempo para disfrutar de las personas que tenemos a nuestro lado? Pero, si nos ponemos a pensar, no sólo no disfrutamos de las personas que tenemos a nuestro lado, sino que tampoco disfrutamos de nuestros logros o de las cosas materiales que vamos comprando, o de las que tenemos. Miremos dentro de nuestras casas y pensemos o contemos ¿cuántas cosas hay dentro de mi casa que ni siquiera uso o que nunca he usado? ¿Cuántas horas he destinado a tal o cual cosa pero que al final hoy día no uso o no le saco provecho?
Pero vayamos un poco más adentro ¿disfruto de los logros que he conquistado? ¿Disfruto de mí mismo? ¿No es que vivo persiguiendo fantasmas en la noche y, como en las pesadillas, no llego nunca a alcanzarlos? Y, sin ponerme a pensarlo sigo corriendo y buscando sin ponerme a difrutar de lo que he logrado.
¿No será tiempo de que comencemos a aprender de nuestros errores? ¿No será tiempo de que comencemos a escuchar al Señor?

viernes, 22 de junio de 2018

La confianza en la Providencia

De una carta de santo Tomás Moro, escrita en la cárcel a su hija Margarita, antes de sufrir el martirio

Aunque estoy bien convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida, antes que prestar juramento en contra de mi conciencia; hasta ahora, ha inspirado al mismo rey la suficiente benignidad para que no pasara de privarme de la libertad (y, por cierto, que con esto solo su majestad me ha hecho un favor más grande, por el provecho espiritual que de ello espero sacar para mi alma, que con todos aquellos honores y bienes de que antes me había colmado). Por esto, espero confiadamente que la misma gracia divina continuará favoreciéndome, no permitiendo que el rey vaya más allá, o bien dándome la fuerza necesaria para sufrir lo que sea con paciencia, con fortaleza y de buen grado.
Esta mi paciencia, unida a los méritos de la dolorosísima pasión del Señor (infinitamente superior en todos los aspectos a todo lo que yo pueda sufrir), mitigará la pena que tenga que sufrir en el purgatorio y, gracias a su divina bondad, me conseguirá más tarde un aumento premio en el cielo.
No quiero, mi querida Margarita, desconfiar de la bondad de Dios, por más débil y frágil que me sienta. Más aún, si a causa del terror y el espanto viera que estoy ya a punto de ceder, me acordaré de san Pedro, cuando, por su poca fe, empezaba a hundirse por un solo golpe viento, y haré lo que él hizo. Gritaré a Cristo: Señor, sálvame. Espero que entonces él, tendiéndome la mano, me sujetará y no dejará que me hunda.
Y, si permitiera que mi semejanza con Pedro fuera aún más allá, de tal modo que llegara a la caída total y a jurar y perjurar (lo que Dios, por su misericordia, aparte lejos de mí, y haga que una tal caída redunde más bien en perjuicio que en provecho mío), aun en este caso espero que el Señor me dirija, como a Pedro, una mirada llena de misericordia y me levante de nuevo, para que vuelva a salir en defensa de la verdad y descargue así mi conciencia, y soporte con fortaleza el castigo y la vergüenza de mi anterior negación.
Finalmente, mi querida Margarita, de lo que estoy cierto es de que Dios no me abandonará sin culpa mía. Por esto, me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza. Si a causa de mis pecados permite mi perdición, por lo menos su justicia será alabada a causa de mi persona. Espero, sin embargo, y lo espero con toda certeza, que su bondad clementísima guardará fielmente mi alma y hará que sea su misericordia, más que su justicia, lo que se ponga en mí de relieve.
Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor.

jueves, 21 de junio de 2018

Cuando oreis...

"Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso".
Hoy en día estamos acostumbrados a creer que si hablamos mucho nos van a escuchar o a entender mejor, y por eso nos toca, a veces, escuchar largas pláticas o conversaciones que se hacen interminables y que, en algunos casos, te repiten dos o tres veces las cosas, como para estar seguros de que las entendemos. Pero también, como niños pequeños y caprichosos, creemos que si le repetimos a Dios muchas veces las mismas cosas, Él nos hará caso, porque así lo hemos hecho y lo hacemos con nuestros padres.
Y Jesús, nos dice lo contrariio: "no uséis muchas palabras", o como dice el refrán popular: "a buen entendedor...", o al contrario "no hay peor sordo que el que no quiere oír".
Por eso nuestra oración no siempre es efectiva en nuestra vida espiritual, porque no es que sólo usemos muchas palabras sino que no siempre esuchamos lo que decimos, y decimos cosas sin saber el porqué las decimos o cómo las decimos. Porque orar no sólo es repetir frases aprendidas, como en toda oración, sino es haber aprendido a dialogar con las Personas Divinas, que son el interlocutor de nuestra oración.
Así, cuando los apóstoles le pidieron a Jesús que les enseñara a orar les enseñó el Padre Nuestro, para que desde la primera palabra supieran que están hablando con alguien, y que, en este caso, ese alguien es el Padre de los Cielos, no es un ente aislado que no tiene idea de quienes somos. Dialogamos con el Padre y un Padre que es Dios Todopoderoso, que nos amó desde antes de la creación del mundo, y nos conoce desde las entrañas de nuestras madres.
Si volvemos a leer las palabras de Jesús vamos a darnos cuenta cómo debe ser nuestra oración, esa oración en la que va creciendo mi alma, en la que voy recibiendo la Voz de mi Padre y, sobre todo, en ese diálogo de amor en el que mi alma se pone a escuchar la Voluntad de mi Padre, y va aprendiendo y aprehendiendo el Camino que le conduce a la Vida Verdadera: "...pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros orad así:
"Padre nuestro que estás en el cielo..."

miércoles, 20 de junio de 2018

No seais como los hipócritas

"No hagáis como los hipócritas... pues tu Padre que ve en lo escondido te recompensará".
No es que no tengamos que hacer nada. No es que no tengamos que hacer ver nuestras buenas obras, sino que no las hagamos simplemente para que los demás las vean y nos alaben a nosotros como los que hemos hecho buenas cosas, sino que descubramos que lo que tenemos que hacer lo hacemos porque es Voluntad de Dios, y esa será nuestra recompensa: la Gracia que Dios nos dispensa para hacer su Voluntad.
Porque no somos pocos los que nos gusta recibir alabanzas y quedar bien con todo el mundo, sin mirar si lo que hacemos es lo que Dios quiere y es lo que realmente nos identifica como hijos de Dios.
Hay un refrán que dice: "le debes a cada santo una vela y al diablo el candelero", porque vas queriendo quedar bien con todo el mundo, y eso no es lo que Dios quiere, sino que vayas viviendo Su Voluntad y mostrando al mundo un Camino claro de santidad, un Camino claro en la Verdad y la Justicia.
Nuestra vida, que ha sido iluminada por el Espíritu de Dios, que ha sido derramado como lo fue el espíritu de Elías sobre Eliseo, nos ha configurado en imagen de Jesús y nos ha sellado con el Don de ser Profetas de Dios: personas capaces de hablar de Dios al mundo, de llevar no sólo una bonita palabra a los hombres para quedar bien, sino mostrar la Verdad de Dios a los hombres. Algo que sabemos que no siempre nos gusta o les gusta, pero que es lo que Dios quiere que hagamos, no sólo en nuestra vida, sino como Luz para los hombres que caminan en las tinieblas del error del mundo.
Hoy más que nunca, el mundo quiere no nuestra luz y nuestro complacer sus caprichos, sino que la Luz sea la de Dios que ilumine sus caminos y los ayude a encontrar la verdadera Paz y Justiica, que es fruto de una vida en la Verdad.
Quizás, viviendo en la Voluntad de Dios, nuestra vida sea una atalaya para los hombres y por eso ellos puedan alabarnos, pero no es el fin de nuestra fidelidad el que nos alabe el mundo, sino que lo que hagamos agrade a Dios que nos pide llevar la Luz de su Verdad y Amor al mundo.

martes, 19 de junio de 2018

Alcanzar la plenitud de la vida y el amor

"Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
No siempre nos ha sido fácil alcanzar la perfección que el Señor nos pide, y menos la perfección en el amor. Hoy por hoy todos buscan la perfección, pero no la del espíritu sino la del mundo: tantos doctorados, másters, títulos, bienes, propiedades, pareciera que todo eso nos hace mejores y nos ayuda en el camino de perfección. Pero, si miramos a nuestro alrededor y cómo van las cosas en el mundo, vamos a descubrir que no vamos logrando la perfección del Hombre sino que cada día se va voviendo en contra del mismo hombre.
Después del capricho de Ajab Dios envía a Elías a anunciarle el castigo merecido por la intervención de su esposa, y por eso, descubriendo Ajab de lo que había sido cómplice, buscó el perdón y la reconciliación con el Señor.
Y esa es la mejor parte de nuestra vida: descubrir nuestros errores para poder convertirlos en escalones que nos lleven a la perfección, descubrir que no siempre estamos a favor de lo que Dios quiere, sino de los caprichos del mundo, y con esos caprichos vamos destruyendo la hermosa obra de la creación.
Cuando tenemos la capacidad de descubrir nuestros errores y nuestra complicidad en los errores del mundo, podemos convertir no sólo nuestra actitud y nuestra fidelidad, sino que ayudamos a que toda la creación encuentre el Camino hacia la perfección. Y todo esto pensando en aquello que decía San Pablo: "la creación entera gime dolores de parto ... no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo".
La conversión de nuestra vida hacia la perfección del amor, no sólo por nosotros mismos, sino por Dios, el prójimo y la creación, nos ayuda a encontrar la plenitud que el Hombre todo anhela, y es la plenitud que llega por la Gracia del Espíritu que nos hace participar de la Vida Divina que el Señor nos concedió recibir por su ofrecimiento en la Cruz. Somos nosotros quienes hemos recibido su Espíritu para poder llevar esa alegría de la plenitud en el Espíritu a todos los hombres que buscan un Camino para su salvación.
Por eso no es sólo nuestra vida cristiana un cumplir con la letra de la ley, sino un vivir en el Espíritu que el Señor nos ha enviado desde lo alto y que nos lleva a buscar y desear la plenitud de nuestra vida en Dios.

lunes, 18 de junio de 2018

Por qué poner la otra mejilla?


Hace unos días alguien le decía a un cristiano: “¿no dice Jesús que pongáis la otra mejilla?”, y yo me pregunto, como dijo Jesús, también en aquél otro momento de su condena, a uno de los sirvientes del Sumo Sacerdote:: “si he hablado mal ¿por qué me pegas?”. Porque es muy fácil darle una bofetada a alguien y pedirle que ponga la otra mejilla, pero ¿porqué abofetear a alguien si sólo opina diferente que tú? ¿Quién es el que da la orden de abofetear a alguien? ¿Acaso Jesús ha dicho que andemos por ahí dando bofetadas para que los otros pongan su mejilla? Ni siquiera Él mismo quiso poner su mejilla simplemente por haberlo dicho.
Y me parece que, en muchos casos, somos como Ajab que nos encaprichamos con algo y queremos siempre tener razón, aunque no la tengamos. Entonces cuando no tenemos razón pero no queremos reconocerlo salimos con respuestas “hechas”, aunque no sepamos qué quieren decir para nosotros, pero que nos son buenas para que el otro quede mal parado. Y, lo peor, como le pasó al Rey, siempre hay “lacayos” que se unen para hacer realidad los caprichos de alguien, aunque eso implica quitarle la vida a los demás (que en nuestros casos es destruir la fama de alguien con argumentos falaces)
“Sólo la Verdad nos hará libres”, nos dijo Jesús, y eso es lo que tenemos que buscar aunque, muchas veces, nos cueste aceptarla. Porque es muy fácil querer “enrostrarle” a alguien una verdad, pero no siempre estamos dispuestos a aceptar que nos contradigan con otra verdad. Pero ¿cuál es la Verdad? Esa es la gran pregunta que ni siquiera Jesús quiso responderle a Pilato cuando le preguntó, y no es que lo hizo porque no supiera la respuesta, sino porque no estaba con disposición de corazón para aceptarla. Y como Él sabía qué corazón quiere y cuál no, “no gasta pólvora en chimangos”, sino que se revela a quien quiere encontrarse con la Verdad.
En estos tiempos que vivimos es esa la pregunta que nos tenemos que hacer ¿quiero encontrarme con la Verdad? ¿Estoy dispuesto a dejar de lado mis caprichos por ser obediente a la Voluntad de Dios? Si estoy dispuesto será el Señor quien me de la Gracia para vivir en la verdadera libertad de los hijos de Dios que viven en la Verdad y buscan el Camino de la Vida.

domingo, 17 de junio de 2018

Poca fe?


Muchas veces escuchamos, o decimos: “tengo poca fe”, sin embargo no podemos medir la fe en cantidad, porque la Fe no es algo que podamos comprar o que podamos pesar. La Fe es un Don que nos ha sido regalado y  por eso, como Don de Dios no tiene cantidad, sino que es recibida de acuerdo a lo que mi corazón puede y quiere recibir. Además que a Dios nadie le puede ganar en generosidad y nos da en abundancia todo lo que necesitamos para ser Fieles a su Voluntad.
Entonces ¿porqué experimentamos que tenemos poca fe? Porque no hacemos el esfuerzo de madurar en la fe, no hacemos el esfuerzo de profundizar en los misterios de la Fe, no nos detenemos en el día a día a meditar sobre la Palabra de Dios y a ESCUCHAR su Palabra. Es lo que decimos habitualmente: “no tengo tiempo para esas cosas”, y después, cuando lo necesito ahí expreso “no tengo fe” o “tengo poca fe”.
Como pone el ejemplo Jesús la Fe es una semilla muy pequeña, pero que si la ayudo a crecer se hace enorme en mi vida, tan enorme que no sólo es para mí sino para todos aquellos que necesiten de mi fe. Y, lo peor, es que nos hemos acostumbrado a que la Fe sea sólo para nosotros: para estar bien, para que no nos pase nada, para que Dios me ayude, y, sin embargo, Dios nos ha regalado la Fe para que mi vida sea entregada por amor a los demás, en el servicio de amor a los que necesitan de mi testimonio, de la Luz que Él dejó en mí, de la Esperanza que me da el creer en Él, de la alegría de saberme hijo de Dios.
Y así como el Amor, la Fe cuanto más la entrego más recibo y más crezco en el Don de Dios que es lo que nutre y sostiene mi vida de hijo de Dios. Sólo necesito tiempo para que mi Fe crezca.

sábado, 16 de junio de 2018

Que tu sí sea sí


Jesús quiere que nuestra vida sea un camino de perfección, por eso nos hace mirar la Ley de Moisés, los 10 mandamientos, no sólo desde la letra de la ley, sino desde el Espíritu que el Padre quiere que la vivamos. Por eso antes nos había dicho: “si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos”, se refería a este vivir el espíritu de la Ley, y por eso se pone a explicarlo y hacernos ver que, con la Gracia de Dios, podemos llegar a vivir en plenitud lo que el Padre quiere.
Claro que al final nos pone una condición o, quizás, sea una pregunta para nosotros que la podemos leer así: ¿quieres vivir sí o sí la Palabra de Dios? Porque los grises no son para alcanzar el Reino de los Cielos, no se puede hoy decir si y mañana no, o vivir de acuerdo a lo que el mundo nos vaya indicando según sus propias ganas.
Si miramos a nuestro alrededor vamos a ver cómo no son pocos los cristianos que dicen Creer en Dios, pero no aceptan los mandamientos, no aceptan la Voluntad de Dios para sus vidas, pues no le interesan los mandamientos de Dios. Y es lo que nos advierte Jesús: “que vuestro hablar sea sí, si, no, no” lo que también nos lo dice en otro momento: “se frío o caliente, a los tibios los vomitaré de mi boca”, dice en el apocalipsis el Señor.
Es así como vemos cómo el Maligno nos va engañando constantemente diciéndonos que todo va a salir bien aunque no aceptemos la Voluntad, aunque digamos que sí a Dios pero hagamos lo que el mundo nos dice. Hoy aceptamos a Dios pero borramos con nuestra vida lo que Él quiere vivamos. Y es así como el mundo va hacia las tinieblas porque los que tenemos que ser Luz no lo somos, sino que nos confundimos con las mismas tinieblas.
No tengamos miedo a la Luz y a las exigencias del Evangelio, porque siempre estará el Señor para fortalecernos en los momentos más difíciles, sino que en esos momentos será Él quien nos lleve de Su Mano y nos ayude a ser Fieles a la Vida que Él mismo nos regaló desde la Cruz.

viernes, 15 de junio de 2018

Qué haces tú?


«¿Qué haces, aquí, Elías?», y él respondió:
«Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza, derribado tus altares y pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para arrebatármela».
Quizás la pregunta del Señor a Elías, es la que recibimos cada día al despertarnos: ¿qué hacemos aquí? ¿Cuál es nuestra misión y cómo la cumpliremos? Creo que en estos tiempos en que todo está cambiando y donde las tinieblas quieren que cambiemos todo, tenemos que volver a entender que necesitamos estar, cada día, más cerca de la Luz del Espíritu, que sea Él quien nos fortalezca para mantenernos Fieles a Su Palabra.
“Si esto hacen con el leño verde ¿qué no harán con el seco?”, dijo el Señor. Entonces tenemos que tener la suficiente fortaleza para vivir en fidelidad a la Palabra, ser Fieles a los mandamientos del Señor, encontrarnos, cada día, con el Luz del Espíritu para poder decir que ¡Sí! al Señor y no al mundo.
Sabemos que no es fácil permanecer fieles a la Voluntad de Dios, pero también el Señor nos ha dicho que siempre estará con nosotros si permanecemos en Él. Por eso, hoy más que nunca, necesitamos responderle al Señor, como Elías: “Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza”.
Pero también, creo, que estamos seguros que si nos adentramos en las tinieblas del mundo nunca alcanzaremos la Vida Nueva que nos prometió el Señor si seguíamos Su Camino, así como tampoco seremos instrumentos del Señor para construir un Mundo Nuevo, un Hombre Nuevo. Y, sobre todo, cada día las tinieblas del error entrarán en nuestras vidas.
Es cierto que todos son libres para optar, cada día, cómo querer vivir, cómo querer morir, pero los que hemos aceptado la Alianza con el Señor, tenemos la confianza de que con su ayuda podremos encontrar el Camino de la Vida Nueva. Sabemos que en la Providencia del Señor seremos fortalecidos e iluminados con la alegría de la Fidelidad al Evangelio para poder, así, ser Luz en las tinieblas y Verdad ante el error.

jueves, 14 de junio de 2018

Una justicia mayor


«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.
¿Por qué Jesús hace esta comparación? ¿Por qué nos dice que nuestra justicia tiene que ser mayora que la de los escribas y fariseos? ¿Hay una medida para la justicia? Nos lo aclara con los ejemplo que nos pone a continuación: la justicia no está en hacer caso sólo a la letra de la ley sino comprender y aceptar el espíritu de la ley. Y en este caso nos habla de la Ley de Dios, que no está sólo en cumplir con la letra sino en vivir el Espíritu que dictó la Ley, porque, como decimos habitualmente: “hecha la ley, hecha la trampa”. Siempre encontramos una argumento o una excusa para que la ley no sea tan dura con nosotros pero sí con los otros.
Así es que Jesús para que no sólo nos dediquemos a cumplir a cumplir, sino a vivir en el espíritu de la ley, la llevó a su plenitud con el mandamiento del Amor: “un mandamiento nuevo os doy: amaos unos a otros como yo os he amado”, es ahí, en la “exageración” del amor en dónde se da plenitud a la Ley de Dios. A lo que San Agustín podrá decir luego: “ama y haz lo que quieras, pero primero ama”, pues en el Amor está el centro y la vida de la ley.
Hoy son muchos los que saben de memoria los mandamientos o partes de la Palabra de Dios, pero lo saben para poder reprocharnos a otros lo que Dios ha dicho, pero como Jesús les dijo también a los escribas: “atáis pesadas cargas a los hombros de los demás, que vosotros no sois capaces de moverlas ni siquiera con un dedo”. La ley de Dios no es para acusar a los demás, ni tan siquiera para acusarnos a nosotros mismos, sino para ayudarnos a vivir en libertad y encontrar el Camino que nos lleve a la Vida Verdadera. Por eso la Vida no la encontramos porque simplemente hemos “cumplido” con la Ley, sino porque hemos entendido lo que Dios ha querido de nosotros cuando nos ha pedido vivir en este Camino.
Podemos, si queremos, encontrar muchos versículos en los que Jesús les reprocha a los doctores de la ley o a los escribas y fariseos el reprocharle, al mismo Jesús, acerca de la “letra de la ley”, pero Jesús mismo sabía defenderse de todas esas falsas acusaciones, y no sólo que daba respuesta de lo que le pedían, sino que siempre elevaba un poco más la exigencia del evangelio.
Y de eso nos tenemos que acordar, nunca será poca la exigencia que Dios nos pida en el vivir el Camino de Santidad, sino que siempre nos dará su Espíritu para que podamos alcanzar los más altos ideales en nuestra vida de santidad.

miércoles, 13 de junio de 2018

A quién aceptamos en nuestras vidas?

«¿Hasta cuándo vais a estar cojeando sobre dos muletas? Si el Señor es Dios, seguidlo; si lo es Baal, seguid a Baal».
Es lo que le decía Dios, por medio de Elías, a los hijos de Israel que seguían también a Baal, un dios extranjero. Una pregunta que también hoy nos hace a nosotros, para que tengamos la fortaleza para poder tomar un decisión definitiva en nuestras vidas: ¿a qué Dios seguimos: al de Padre de nuestro Señor Jesucristo o a otros dioses? Y es una decisión definitiva que nos lleva a tomar, cada día, una decisión personal y constante de acuerdo a esa decisión fundamental, pues no podemos estar, cada día, cambiando de un dios a otro dios, de un lugar a otro, pues eso no es lo que nuestro Dios nos pide para que seamos Luz en el mundo.
Por eso, en este día 13 de junio, recordamos a San Antonio de Padua, quien en su juventud tomó una decisión fundamental de abandonar todo y seguir a Dios como religioso, pero aún así, Dios le pidió una segunda decisión y sin dudarlo la tomó, pues ya había dejado toda su vida en manos del Señor. Porque cuando nuestra vida la hemos puesto en las Manos del Señor del Universo ya no tememos a lo que nos pueda seguir pidiendo y mostrando a lo largo de la vida, pues la hemos puesto en las Manos de Quien conocemos y a quien amamos y sabemos de su Amor.
Elías, cuando le hace esa pregunta al pueblo de Israel se la hace con esa consciencia de que antes habían sellado una Alianza, que había sido libre y consciente, de vivir según la Ley de Dios.
Hoy, en este siglo XXI, también se nos presentan las mismas preguntas y las mismas decisiones que tenemos que tomar, y las tenemos que hacer con plena consciencia y libertad, pues Dios no nos obliga a aceptarlo o a negarlo, sino que nos pide que los conozcamos y que nuestra decisión sea consciente y clara. Por eso, cuanto más lo conocemos más podemos decidir sobre lo que queremos hacer. Pero, al tomar la decisión que tomemos tenemos que ser coherentes con lo que optamos. Por eso Elías les dice ¿hasta cuándo vais a estar cojeando sobre dos muletas? porque a pesar de tener dos o varios dioses, nunca nos decidimos por aceptar a uno u otro, sino que vamos pidiendo a uno y otro, y así creemos que podemos vivir en cada momento con uno o con otro, y así ninguno nos obliga a nada, porque cuando las cosas de uno no me gustan paso al otro.
Asi el profeta nos invita a aprender a confiar y confiando a creer, para que creyendo alcancemos la Vida Verdadera y la anunciemos con alegría y coherencia en nuestras vidas.

martes, 12 de junio de 2018

Sal y luz


“Si la sal se vuelve sosa ¿con qué la salarán?”
“Brille así vuestra luz ante los hombres”.
Hoy vivimos en un mundo donde la sal de los cristianos se ha mezclado con el sinsabor del mundo, donde todo lo que Dios nos dice entra en conflicto con lo que el mundo nos dice, y pasamos a creerle más al mundo que a Dios, comenzamos a mirar más al suelo que al Cielo, y escuchamos más los ladridos de los animales que los llantos de los hombres, y así nos vamos confundiendo y vamos confundiendo a los que buscan, en nosotros una luz para iluminar sus caminos.
Si miramos a nuestro alrededor vamos a ver ¡cuántos somos los que no somos lo que debemos ser! ¡Cuantos somos los que no somos coherentes con nuestra fe! ¿Dejamos de creer en Dios? No, seguramente que decimos que creemos en Dios, pero si miramos un poco más adentro nuestro vamos a ver que no creemos en Su Palabra, pues Su Palabra no están en nuestros corazones y nuestras acciones y palabras no hablan de lo que Dios nos ha pedido vivir y predicar con nuestras vidas.
Sí, hemos perdido el sabor. Nos hemos vuelto sosos en nuestras vidas porque ya no tenemos la pasión de los primeros cristianos que preferían perder sus vidas antes que dejar de ser Fieles a Dios. Ya no tenemos la pasión de llegar a Dios antes que conformar a los hombres con nuestras acciones. Ya para nosotros los mandamientos no son más que palabras que han perdido su actualidad y que ahora nos motivan más los mandamientos del mundo que la Vida Eterna.
Sí, ya  no somos luz para los hombres porque nuestra fe la ocultamos debajo de nuestras acciones, y dejamos que otros digan con más fuerza que nosotros que no vale la pena creer en Dios. Ya no somos luz porque no brillamos con la Luz del Señor, sino que creemos que son otros los astros que producen luz y los dejamos entrar en nuestras vidas, creyendo que sus profecías pueden hacernos cambiar y darnos lo que nos falta para alcanzar lo que queremos.
Hemos, en definitiva, dejado de lado al Dios de la Vida, a la Luz de nuestra vida, para llenarnos de otros dioses que nos han robado la Sal, la Luz y hemos dejado que no sólo nos confundamos con lo mundanos, sino que no hemos sido fieles a nuestra misión de llevar a Dios al mundo.
Pero aún estamos a tiempo de volver, siempre hay un tiempo para reconocer nuestro error y pedirle al Espíritu que nos vuelva a iluminar y encender con la Luz y la Fuerza de sus Dones, para que Fieles a la Voluntad de Dios, seamos la Sal y la Luz que el mundo necesita y que nosotros hemos perdido.

lunes, 11 de junio de 2018

Sois La Luz del mundo

San Cromacio, obispo
De los tratados sobre el evangelio de san Mateo (Tratado 5, I.3-4: CCL 9,405-407)
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. El Señor llamó a sus discípulos sal de la tierra, porque habían de condimentar con la sabiduría del cielo los corazones de los hombres, insípidos por obra del diablo. Ahora les llama también luz del mundo, porque, después de haber sido iluminados por el, que es la luz verdadera y eterna, se han convertido ellos mismos en luz que disipa las tinieblas.
Siendo él el sol de justicia, llama con razón a sus discípulos luz del mundo; a través de ellos, como brillantes rayos, difunde por el mundo entero la luz de su conocimiento. En efecto, los apóstoles, manifestando la luz de la verdad, alejaron del corazón de los hombres las tinieblas del error.
Iluminados por éstos, también nosotros nos hemos convertido en luz, según dice el Apóstol: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor; caminad como hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas.
Con razón dice san Juan en su carta: Dios es luz, y quien permanece en Dios está en la luz, como él está en la luz. Nuestra alegría de vernos libres de las tinieblas del error debe llevarnos a caminar como hijos de la luz. Por eso dice el Apóstol: Brilláis como lumbrera del mundo, mostrando una razón para vivir. Si no obramos así, es como si, con nuestra infidelidad, pusiéramos un velo que tapa y oscurece esta luz tan útil y necesaria, en perjuicio nuestro y de los demás. Ya sabemos que aquel que recibió un talento y prefirió esconderlo antes que negociar con él para conseguir la vida del cielo, sufrió el castigo justo.
Por eso la esplendorosa luz que se encendió para nuestra salvación debe lucir constantemente en nosotros. Tenemos la lámpara del mandato celeste y de la gracia espiritual, de la que dice David: Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. De ella dice también Salomón: El precepto de la ley es una lámpara.
Esta lámpara de la ley y de la fe no debe nunca ocultarse, sino que debe siempre colocarse sobre el candelero de la Iglesia para la salvación de muchos; así podremos alegrarnos con la luz de su verdad y todos los creyentes serán iluminados

domingo, 10 de junio de 2018

Cuando la Verdad no nos gusta


Cuando la Verdad no nos gusta, o cuando alguien nos dice algo que no nos gusta, siempre intentamos desprestigiarlo para quitarle autoridad a lo que dice, así no tengo que hacer caso a lo que me está diciendo, o, ni tan siquiera que otros lo escuchen para que no se siga esparciendo la verdad de lo que dice. Por eso, lo acusaban a Jesús de hacer los milagros que hacía con el poder de satanás, para que la gente no lo escuche, y, sobre todo, para que se alejen de él por el miedo que le tenían a satanás.
Muchas veces, si nos observábamos bien, o si miramos a nuestro alrededor podemos ver situaciones similares que, o vivimos nosotros u otros nos lo quieren hacer creer. Y por eso debemos estar atentos y vigilantes para que no caigamos en al tentación de acusar sin razón a quien tiene la verdad o a quien me quiere transmitir algo de parte del Señor que me sirva para mi crecimiento espiritual.
Lo mismo nos sucede en nuestro interior, a veces intentamos silenciar la Palabra de Dios que me dice que viva o que acepta tal o cual cosa, y trato de silenciarla con alguna cosas o con algunos argumentos falsos que me llevan a excusarme y vivir lo que tengo ganas y no lo que es Voluntad de Dios. Así se va debilitando nuestro espíritu porque la lucha interior siempre nos debilita y quedamos a merced de nuestras ganas y del espíritu del mundo y no tengo fuerzas para hacer la Voluntad de Dios.
Por el Señor nos invita a no ir contra el Espíritu Santo que nos llama a vivir la Voluntad de Dios, sino que estemos atentos a sus inspiraciones para que cada día, siendo fuertes en el espíritu, podamos mantenernos unidos en el Amor y la Verdad, para ser Fieles Su Voluntad y no a la del mundo que nos divide y desorienta.

sábado, 9 de junio de 2018

Maria conservaba estas cosas en su corazón

San Lorenzo Justiniani, obispo
(Sermón 8, en la fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María: Opera 2, Venecia 1751, 38-39)
María iba reflexionando sobre todas las cosas que había conocido leyendo, escuchando, mirando, y de este modo su fe iba en aumento constante, sus méritos crecían, su sabiduría se hacía más clara y su caridad era cada vez más ardiente. Su conocimiento y penetración, siempre renovados, de los misterios celestiales la llenaban de alegría, la hacían gozar de la fecundidad del Espíritu, la atraían hacia Dios y la hacían perseverar en su propia humildad. Porque en esto consisten los progresos de la gracia divina, en elevar desde lo más humilde hasta lo más excelso y en ir transformando de resplandor en resplandor. Bienaventurada el alma de la Virgen que, guiada por el magisterio del Espíritu que habitaba en ella, se sometía siempre y en todo a las exigencias de la Palabra de Dios. Ella no se dejaba llevar por su propio instinto o juicio, sino que su actuación exterior correspondía siempre a las insinuaciones internas de la sabiduría que nace de la fe. Convenía, en efecto, que la sabiduría divina, que se iba edificando la casa de la Iglesia para habitar en ella, se valiera de María Santísima para lograr la observancia de la ley, la purificación de la mente, la justa medida de la humildad y el sacrificio espiritual.
Imítala tú, alma fiel. Entra en el templo de tu corazón, si quieres alcanzar la purificación espiritual y la limpieza de todo contagio de pecado. Allí Dios atiende más a la intención que a la exterioridad de nuestras obras. Por esto, ya sea que por la contemplación salgamos de nosotros mismos para reposar en Dios, ya sea que nos ejercitemos en la práctica de las virtudes o que nos esforcemos en ser útiles a nuestro prójimo con nuestras buenas obras, hagámoslo de manera que la caridad de Cristo sea lo único que nos apremie. Éste es el sacrificio de la purificación espiritual, agradable a Dios, que se ofrece no en un templo hecho por mano de hombres, sino en el templo del corazón, en el que Cristo, el Señor, entra de buen grado

viernes, 8 de junio de 2018

Su Corazón, nuestro corazón

Sagrado Corazón de Jesús, es una devoción que nos lleva a pensar en el centro de la vida, en el centro del amor, en un Alguien que siempre está pendiente de las necesidades de los que ama. Por eso es tan linda (para mí) la lectura del Profeta Isaías, hay una hermosa relación entre Dios y nosotros, entre Dios y los hombres, tan hermosa que, muchas veces, nos parece que es demasiado lo que Él nos ama, porque es capaz de ofrecer la Vida de su Hijo para que nosotros podamos alcanzar una Vida Nueva.
Si nos ponemos a pensar en todo lo que el Señor hizo por nosotros, no nos alcanzarían los días para contar sus maravillas, y no nos alcanzarían las hojas de los cuadernos para apuntar todo lo que Él ha realizado por nosotros.
"Era yo quien había criado a Efraín, tomándolo en mis brazos; y no reconocieron que yo lo cuidaba.
Con lazos humanos los atraje con vínculos de amor.
Fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas.
Me incliné hacia él para dale de comer.
Mi corazón está perturbado, se conmueven mis entrañas".
Porque no es el Corazón del Hijo quien nos ha amado, sino que el Hijo nos ha amado porque el Padre nos amó primero, y el Hijo siguió las huellas del Corazón del Padre, así su Amor es tan infinito como el del Padre que nos llamó a la Vida por el Hijo. Y, mirando el Corazón del Hijo podemos llegar a conocer el Corazón del Padre, pues si el Hijo ha entregado su Vida por amor a nosotros, ¡cuánto más nos ha amado el Padre que envió a su Hijo Único para que tengamos vida y Vida en Abudancia! Asi de la abudancia de Su Corazón hablaron sus labios y de sus labios nunca salieron palabras que no fueran de perdón y amor para aquellos que necesitaban una caricia del Padre.
Por eso, hoy, al recordar y venerar al Sagrado Corazón de Jesús no nos tenemos que olvidar del Amor que Él nos entregó, del Amor que nos envolvió desde la Cruz y que nos lo regaló por medio del Espíritu que nos envió desde el Padre, así en este día podamos llenar nuestro corazones de Su Amor para que ese Amor ilumine no sólo nuestras vidas, sino las vidas de aquellos que buesquen el Agua Viva del Corazón de Jesús.
Hoy nos toca a cada uno de nosotros ser esa Fuente de Agua Viva donde vengan a calmar su sed los que buescan y no encuentran, los que andan a tientas y se abogian en la oscuridad de las tinieblas del mundo, pues el Agua que nosotros hemos bebido y que nos ha dado vida nueva es la Vida de Jesús que nos trasnforma en la misma fuente de la que nosotros abrevamos.
Así la confianza que tenemos en el Sagrado Corazón de Jesús, es la confianza que le brindamos a quienes vienen en busca de respuestas y necesitan que les brindemos las palabras que el mismo Jesús nos dirigió a nosotros cuando nos vio agobiados y abatidos: "Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que Yo los aliviaré".

jueves, 7 de junio de 2018

Has de recordar...


“Esto es lo que has de recordar, advirtiéndoles seriamente delante de Dios que no discutan sobre palabras; no sirve para nada y es funesto para los oyentes.
Procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con rectitud la palabra de la verdad”.
Los consejos de San Pablo a Timoteo son dignos de tenerlos escritos en un lugar bien visible en nuestras casas, para poder recordarlos siempre, pues son el estímulo y las líneas que tendríamos que seguir cada día. Por eso le dice: “esto es lo que has de recordar”, y no sólo es un recuerdo para tenerlo en la cabeza para algunos momento, sino que son recuerdos que nos hacen vivir cada momento, pues nuestra vida está llena de esos momentos y son esos momentos los que definen nuestra vida.
Sino pensad en este: “no discutan sobre palabras; no sirve para nada y es funesto para los oyentes”. ¿Cuántas veces nos ponemos a discutir por cosas que no sirven para nada, salvo para distanciarnos unos con otros? No siempre tenemos razón y no siempre nos dan la razón. Por eso cuando veamos que alguien no nos va a escuchar o que no quiere comprender o entender, deja la conversación, no es necesario llegar a un punto en donde ya no hay retorno, simplemente por decir “¡jah! viste que tenía razón”. Lo importante es conservar la paz y la fraternidad. Con el tiempo, cada uno, irá comprendiendo cuál es la Verdad, pues, a veces, todo tenemos una parte de la verdad y sin darnos cuenta queremos sólo tener verdad.
 Tampoco debemos dejarnos llevar por las palabras, porque muchas veces las palabras intentan hacernos daño, pero sabemos que las palabras no dañan cuando sabemos que sólo buscan hacer mal y no buscan la Verdad. Pues sólo la Verdad nos hace libres y nos da la paz necesaria para ayudar a otros a encontrar el Camino. Pero también debemos recordar que las palabras nunca pueden ser echadas al viento sin ponernos a pensar qué es lo que queremos o sin ponernos a medir las consecuencias que pueden llegar a traer. No podemos excusarnos en decir “ohh no me di cuenta…” o “lo dije sin pensar”. No, cada uno es responsable de lo que dice y hace y por eso tenemos que saber qué decimos y qué hacemos.
Muchas veces hemos leído y dicho que a las palabras se las lleva el viento, pero también que cuando una palabra sale de la boca nunca podemos volver a recogerla y que no haga daño. Y si lo hemos hecho , al daño, tener la capacidad y la fortaleza para saber pedir disculpas o perdón por lo que hemos dicho o hecho.
Por eso San Pablo finaliza diciendo: procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con rectitud la palabra de la verdad”, sólo si aprendemos a pensar y reflexionar antes de decir o actuar alcanzaremos al Gracia de no tener que avergonzarnos por nuestros actos o palabras.