Le recuerda San Pablo a los Tesalonicenses:
"Esto es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os apartéis de la impureza, que cada uno de vosotros trate su cuerpo con santidad y respeto, no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios".
Es a lo que hemos de tender y buscar cada día. Es lo que tenemos que recordar, pero antes es lo que tenemos que aceptar que Dios nos pide y que, como también le decía san Pablo a la misma comunidad, que no aceptemos no como palabra de hombre sino como lo que es "Palabra de Dios".
Por que si lo vemos como una simple palabra humana no tiene importancia para nosotros, no es algo que debemos de pensar o intenar de vivir, pues la palabra humana hoy es sí y mañana no, en cambio la Palabra de Dios es eterna, es viva y eficaz. Por eso mismo nos sigue diciendo San Pablo:
"Y que en este asunto nadie pase por encima de su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y aseguramos: Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa. Por tanto, quien esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo".
¿Cómo vivir este Ideal de Vida? Con prudencia y sensatez, lo que Jesús alaba en la parábola de las Diez Vírgenes, pues la necedad de las vírgenes las condujeron a quedarse fuera del banquete nupcial, fuera del Reino.
Cuando tenemos en cuenta un Ideal tan alto para nuestra vida, tenemos que pensar cuáles serán los medios para alcanzarlo. Sabemos, claro está, que a Ideal tan alto como el que nos presenta el Señor no se puede llegar con los medios humanos, así que no nos preocupemos o no pensemos que vaos a llegar haciendo fuerza, sino que tenemos que pensar y buscar, continuamente, los medios de Gracia que el Señor ha puesto para nuestra vida.
Usemos nuestra cabeza para saber que la santidad no llega por sí sola a nuestra vida, sino que llega por medio de la Gracia que el Señor nos otorgo a través de sus Sacramentos y de los instrumentos seguros de su Gracia.
Y, además, hemos de pedir la Virtud de la Prudencia para saber y medir nuestros actos, pues muchas veces somos imprudentes a la hora de vivir, de pensar, de actuar y vamos "desperdiciando" la Gracia del Señor en situaciones que no nos ayudan a alcanzar le Ideal que Él nos pide vivir.
Prudencia y Sensatez, dos palabras que tenemos que comenzar a pensar y utilizar cada día para recorrer el Camino de la santidad que nos permitirá entrar en el Banquete Nupcial.
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