"Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mi, que soy un hombre pecador».
Cuánto más nos acercamos a Dios, cuanto más reconocemos su poder, más nos sentimos pequeños y pecadores; es lo que le pasó a Pedro al descubrir el poder de Jesús en la pesca milagrosa.
Para el hombre descubrir la grandesa de Dios es descubrir también su propia pequeñez, pero sólo cuando descubrimos nuestra pobrezao ante el Señor es el momento en el que Él nos engradece con su Gracia.
"Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Por eso cuando leemos la vida de los santos descubrimos que cuanto más cerca de Dios estaban más pecadores se sentían, y el Señor más Gracias les concedían, porque Él no quiere nuestra debilidad sino que quiere nuestra fortaleza en Su Gracia, pues nuestra propia fortaleza es muy débil y nuestra vanidad se apodera de nosotros no permitiendo que podamos ser instrumentos de su Amor.
"No temas", no temas en reconocer tu error, en reconocer tu pecado, pues desde ese lugar de pequeñez comenzarás a crecer con la Gracia del Señor; desde ese lugar de pequeñez el Señor te dará una gran responsabilidad:
"Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones porque el Todopoderoso ha hecho obras grandes por mí", dijo María, la más pequeña de las Servidoras del Señor. Y así fue.
"He aquí la esclava del Señor, que se cumpla según lo que has dicho", el reconocer la pequeñez ante la Voluntad de Dios nos permite recibir los Dones del Espíritu Santo para que el Señor pueda trabajar en nosotros y por nosotros. Así nuestra vida, como la de María, también dejará una huella en la historia y podremos descubrir el gozo de haber alcanzado la pobreza espiritual, la niñez del espíritu para dejarnos conducir de su Mano.
Por que a todos nos ha llamado a ser pescadores de hombres, pues todos somos sus instrumentos para llevar a los hombres el mensaje de la salvación, los "pescamos" para Dios y no para nosotros, no somos nosotros los salvadores de los hombres, sino que es Dios quien nos ha salvado gracias a Su Hijo que asumiendo nuestra condición en todo, menos en el pecado, se entregó como Víctima propiciatoria en el árbol de la Cruz por nuestros pecados.
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