"Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; has sido más fuerte que yo y me has podido".
Hermosa definición del Profeta sobre la relación con Dios, una definición que nos habla de una relación de amor entre dos personas y no una relación por obligación entre dos. Y, para que esa relación sea fuerte y firme tiene que haber un conocimiento, una entrega, un deseo de fidelidad en todo momentos.
Y, aunque, como dice el Profeta, esa relación cueste y no sea todo siempre de color rosa, igualmente, por amor, seguiremos intentando ser Fiel.
"Me dije: «No lo recordaré; no volveré a hablar en su nombre»; pero había en mis entrañas como fuego, algo ardiente encerrado en mis huesos.
Yo intentaba sofocarlo, y no podía".
Los grandes amores no se pueden olvidar, no se pueden ocultar, aunque uno quisiera ocultar lo que se siente, aunque los demás no quieran verlo o intenten detener ese amor, es imposible pues "quema en las entrañas" y busca siempre salir, mostrarse, darse a conocer.
Cuando llegamos a esa relación con el Señor, cuando dejamos que el Amor de Dios llene nuestro corazón, es imposible no hablar de ello, no darlo a conocer. Como diría San Pablo: "¡ay de mí si no predicara!", porque ese fuego que enciende el Espíritu en nuestro corazón es el que quema si no se anuncia. Y no es que tengamos que anunciarlo porque hemos llegado a la plenitud de la virtud, o porque hemos alcanzado la perfección de la santidad, sino porque el gozo de ser amados no puede ocultarse, no puede quedar en la oscuridad de una relación de dos, sino que es el Amor mismo quien buscar darse a conocer desde nuestra propia vida.
Es esa misma relación de Amor la que modifica toda nuestra conducta, nuestra forma de ser, de actuar. Y es por eso que desde ese amor por Dios es que comenzamos a mirar las cosas desde Él, desde Dios. Y ese es un esfuerzo constante que nos invita a ir cambiando nuestra forma de pensar, de razonar pues ya no sólo pensamos en nosotros mismos, sino en lo que Dios quiere para nosotros y para nuestra vida.
Por eso, cuando Pedro lo reprende a Jesús para que evite su Pasión, Jesús le responde enérgicamente:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo; porque tú piensas corno los hombres, no como Dios».
Si no cambiamos nuestra forma de pensar y comenzamos a pensar desde Dios, desde cuál es Su Voluntad, entonces, cada día nos vamos alejando más de Él, pues sólo hacemos lo que queremos y no lo que debemos. El Amor a Dios es un amor de entrega de pertenencia que nos lleva a configurarnos con Cristo, y, por eso morimos a nosotros mismos para resucitar a una Vida Nueva en Cristo, así, como dice el Apóstol: "ya no soy yo quien viive en mí, sino que es Cristo quien vive en mí".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.