martes, 15 de agosto de 2017

Vivir junto a María y con María

"Aconteció que. en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
¿Has pensado que cuando dices el Ave María es porque el saludo de María llegó a tus oídos como el día que se encontraron María e Isabel? ¿Has pensado que ese saludo lo puedes decir porque el Espíritu Santo ha soplado en tí y te ha dado el impulso para llamar a María ¡Mamá!? y ¿has pensado: quién soy yo para que la madre de mi señor me visite?
María nos visita porque visita a su hijo, porque desde el día de nuestro bautismo, desde el momento en que el Espíritu Santo descendió sobre nosotros y nos transformó en hijos de Dios a imagen de Jesús, desde ese día Ella puso su mirada en nosotros porque ve a Su Hijo cuando nos mira. Pero también ve a niños pequeños que comienzan a vivir un sueño: el Sueño de Dios, ese sueño que el Padre ha puesto en nuestro corazón y nos hace gustar cada día que abirmos nuestros ojos a la vida para poder alcanzar la Vida.
Un Sueño que en María se hizo realidad, no sólo porque concibió en su seno al Hijo de Dios, sino porque supo "esuchar la Palabra de Dios y vivirla", por eso la "llamamos bienaventuradas todas las generaciones" porque Ella dejó que el Todopoderoso hiciera grandes cosas con Ella.
La docidad de María a la Obra del Espíritu Santo la llevó a alcanzar la Bienaventuranza eterna, esa Bienaventuranza que Ella, como Madre, quiere que nosotros alcancemos, no sólo en el Cielo, sino aquí en la tierra, pues esa Bienaventuranza es vivir como Ella vivió: siendo un cáliz abierto al infinito para ser colmado por la Voluntad de Dios.
Por todo esto María nos visita todos los días, y nos quiere llevar de su mano para alcanzar esa Bienaventuranza, porque Ella sabe que a pesar de lo que Dios nos permita vivir o quiera que vivamos siempre va a estar a nuestro lado, sosteníendonos con su Gracia y su Espíritu nos ayudará a aceptar y comprender todo aquello que las palabras no lograr explicar.
Al celebrar hoy el día de su Asunción al Cielo recordemos que junto a Ella estamos todos los hijos que, como Ella, queremos e intentamos vivir Fieles a la Vida que el Padre nos regaló y que su Hijo nos consiguió a precio de su sangre.

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