lunes, 7 de agosto de 2017

Poner a prueba a Dios

Poner a prueba a Dios para ver si hace lo que le pido, es lo que me sugieren las dos lecturas de hoy.
El pueblo de Israel cansado del maná que caía del cielo, comenzó a recordar la comidad de Egipto, y se quejaba contra Dios. Esa misma queja la hizo Moisés ante Dios, e incluso lo retó a que si todo seguía igual él ya no quería vivir, además de "echarle" en cara que él, Moisés, no había parido a eso pueblo y por eso que Dios se hiciera cargo de ellos.
Pedro, viendo a Jesús caminar sobre las aguas también quiso ponerlo a prueba al Señor: "Si eres tú, mándame a ir hacia tí sobre las aguas". Y Jesús no se quedó atrás: "Ven".
Cuando lo ponemos a prueba a Dios estamos seguros de poder concretar lo que pedimos? Porque Dios puede más que nosotros y puede que nos pida o exija más de lo que nosotros le estamos pidiendo o exigiendo ¿podremos cumplir con nuestra parte si Dios acepta nuestro desafío?
"Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse".
No estaba preparado Pedro para que Jesús le dijese que fuese caminando sobre las aguas, no tenía toda la confianza en el Señor para aceptar, ahora él mismo, el desafío que había planteado.
Nos puede o nos domina muchas veces un querer más de lo que se nos está dando, un buscar algo más allá de lo que tenemos que vivir, y creemos que vamos a saber o a poder más que Dios. Y cuando Él nos pide o nos sugiere lo que realmente podemos, no lo hacemos o no lo cumplimos. Sabemos cómo vivir, qué hacer, pero ponemos como excusas que no se nos da lo que hemos pedido, o que Dios aún no ha atendido nuestras peticiones. Sin embargo todavía, como dice San Pablo, "no hemos llegado a derramar nuestra sangre por él", es decir, todavía no hemos sido Fieles a lo que se nos pide vivir, y para lo cual ya se nos han otorgado las Gracias necesarias.
Queremos, como niños pequeños, más de lo que tenemos sin haber sido Fieles en lo que se nos ha concedido. Vive lo que tienes que vivir y, seguramente, se te irá dando todo lo que necesitas, pero no te pongas a desafiar a Dios pues no podrás después llegar al final, sino que comenzarás a hundirte en las aguas de tu propia soberbia y vanidad. Claro que puedes pedir ayuda, pero ¿la pedirás en el momento adecuado o también te creerás tan poderoso como para creer que puedes salvarte por tí mismo?
Aceptar el desafío de vivir lo que hoy se te está pidiendo y espera a mañana para ver cuál es el nuevo desafío que te presenta la Voluntad de Dios, que seguramente es un escalón más alto hacia la santidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.