jueves, 24 de agosto de 2017

Ser apóstol...

"Natanael respondió:
-«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
« ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
La fe de los apóstoles, es sobre la que está basada nuestra propia vida de fe y es, además, un modelo para nosotros, para poder creer y para poder madurar nuestra fe. Fue muy poco lo que Jesús le dijo a Natanael para que él pudiera creer en Jesús como el Hijo de Dios, como el Mesías esperado y eso le sirvió para que Jesús lo llamara a ser su apóstol, aquél que tenía no sólo que seguirlo sino que continuar la obra que Él había comenzado, no sólo en la tierra sino en su mismo corazón.
Continuar la obra de Jesús en lo exterior y en lo interior que es la parte más importante y la más difícil, muchas veces. Anunciar y predicar suele ser la parte más fácil en nuestra vida, pues si estudiamos mucho y aprendemos muchas cosas podemos tener un discurso muy persuasivo y excelente, y, además, con muchas exigencias.
Pero ese hermoso discurso, en algunos casos, se queda sin frutos porque no está acompañado de una Palabra vivida, sino sólo de una Palabra aprendida. Como Jesús, los apóstoles "hablaban como quien tiene autoridad", así decía la gente de Jesús, porque la autoridad no viene de si hablo fuerte, si grito o si digo muchas palabras unidas; la autoridad viene de la palabra vivida.
Esa fuerza viene de un mensaje que no transmite vanidad ni se transmite a sí mismo, sino que es un Mensaje que ha sido dado, que ha sido comunicado, porque transmiten el Mensaje de la Cruz, el Mensaje de la Vida. Escribía así San Juan Crisóstomo:
"El mensaje de la cruz, anunciado por unos hombres sin cultura, tuvo una virtud persuasiva que alcanzó a todo el orbe de la tierra; y se trataba de un mensaje que no se refería a cosas sin importancia, sino a Dios y a la verdadera religión, a una vida conforme al Evangelio y al futuro juicio, un mensaje que convirtió en sabios a unos hombres rudos e ignorantes. Ello nos demuestra que lo necio de Dios es mas sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres".
Y así, nosotros, todos como los apóstoles transmitimos con nuestras vidas el Mensaje de Jesús, damos a conocer al mundo, con nuestras vidas, la Vida que Jesús nos dio, la Vida que Él nos entregó y que alimenta cada día en el Banquete Celestial. Por eso no nos importa si somos más sabios o menos sabios, si somos más intelectuales o no, si hemos estudiado mucho o poco, lo que importa es si creemos o no creemos, si le dijimos que ¡Sí! al Señor para seguirlo o nos hemos quedado sentados esperando que otros hagan el trabajo por nosotros.

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