martes, 11 de abril de 2017

Verdaderas comunidades cristianas

Dice el Profeta Isaías hoy:
"Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
Ayer después de escribir estas reflexiones encendí la televisión, pues todos los días miro el telediario para ver qué pasa en el mundo (aunque sabemos que todos los días es lo mismo) y me encontré con las bombas que habían puesto en las iglesias coptas de Egipto: más de 40 cristianos asesinados mientras estaban en la Misa de Ramos. Fue una imagen que se quedó impresa en la retina y, sobre todo, en el corazón. Lo cual, me llevó a pensar mucho.
Si miramos a nuestro alrededor hay muertes por todos lados, y no solo muertes naturales (eso sería algo normal) sino asesinatos por todos los motivos: de género, de fe, delincuentes comunes que matan por una cartera, etc.
Y si miramos a nuestra cercanía, en las ciudades donde estamos viviendo sin guerras, sin desastres, casi sin preocupaciones ¿qué hacemos? ¿disfrutamos de la paz que tenemos? ¡No!
A cada paso te encuentras con alguien que está hablando mal de su hermano, que levantan calumnias, que no se conforman ni con esto ni con lo otro, que "mi hermano hizo esto y tenía que hacer lo otro", "que este es así y no me gusta", "que...." Parecemos comunidades de niños malcriados que no se conforman con nada y que siempre andan buscando problemas por cualquier cosa, y si no hay problemas los hacemos para poder tener problemas.
"Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra", dice el Señor. Eso deberíamos ser las comunidades cristianas: ejemplo de fraternidad, de amor, de paz. ¿Y qué somos? Peleas por donde quieras, envidias por todos lados, celos por cualquier cosa... ¿Somos un camino de salvación o somos camino de condenación para los que no tiene fe?
Vuelvo a insistir miremos el mundo. Miremos cómo están matando a tantos cristianos y tantos que aceptan la muerte por no renegar de su fe y ¿nosotros?
"Pedro replicó:
– «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
– «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».
Y fue cierto: Pedro lo negó tres veces...
Que en esta Semana Santa abramos nuestro corazón a Cristo, dejemos que su Espíritu nos convierta y podamos dejar de lado las discusiones y rencillas tontas y seamos capaces de construir verdaderas comunidades cristianas que vivan "el amor como el que Jesús nos ha tenido".

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