lunes, 10 de abril de 2017

Los gestos del amor

La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, seguramente, para él no fue un gran acontecimiento, sino también el inicio de los días de su pasión: "siento una angustia de muerte y ¿qué he de decir: que pase de mí esta hora?, si para esta hora he venido ¡Padre, glorifica tu nombre!". No le importaban a Jesús los grandes recibimientos y los Vivas de la gente de su pueblo, sino que debía hacer la Voluntad del Padre, y ya lo había anunciado a los apóstoles de cómo iban a ser esos días.
En este contexto es que se produce este Evangelio. Jesús, hombre busca y desea la cercanía de aquellos que lo quieren de verdad, aquellos que sin decir nada le brindan todo, porque sólo el corazón que ama de verdad es capaz de dar consuelo en el silencio. La casa de María, Marta y Lázaro es para Él ese lugar de encuentro con sus amigos.
María, aquella que había "elegido la mejor parte" es quien vuelve a elegir la mejor parte (para mí gusto) vuelve a estar a los pies del Señor para ungirlo con las mejores aromas que no son las del perfume de nardo, sino las aromas que salen de un corazón que ama, pues sabe ella, también, que son los últimos días del Señor junto a ellos. Por eso le regala en vida todo lo mejor que tiene y no se lo guarda para después de muerto, pues el amor hay que darlo mientras el amado está entre nosotros.
Son los corazones egoístas los que no entienden los gestos del amor desinteresados, por eso Judas está en contra de lo que hace María, no sólo porque fuese un ladrón sino porque no ha entendido las palabras del anuncio de la pasión, no ha mirado en los ojos de Jesús y no ha podido ver la necesidad de consuelo que Él también tiene en ese momento.
Hay veces que no sabemos mirar desde el amor, sino que sólo miramos desde nuestra realidad y desde nuestro egoísmo, y pensamos que siempre tendremos tiempo para hacer algo, pero no siempre hay tiempo para devolver tanto amor como el que hemos recibido. Por eso Jesús le responde a Judas:
"Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis".
Las muestras de amor sincero y puro hay que ofrecerlas cuando se puede seguir amando y cuando el otro/a puede sentirlas y experimentarlas. No dejemos para mañana los gestos de amor que podemos hacer hoy, quizás el mañana no exista.

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