"Y habiéndolos llamado, les prohibieron severamente predicar y enseñar en nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les replicaron diciendo:
«¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a él? Juzgadlo vosotros. Por nuestra parte no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído».
Muchas veces la vida, la sociedad, el mundo nos hace hablar o hacer algo que está en contra de lo que creemos o de lo que queremos vivir. Pero ¿en realidad los demás me obligan a hacerlo o soy yo mismo quien me dejo guiar a hacer lo que no debo? Por eso debemos ponernos a pensar qué es lo que hago y por qué lo hago: ¿a quién obedezco a mí, a los demás o a Dios?
Cuando no nos hemos formado o madurado en la fe como Dios nos pide, entonces es claro que no podamos tener una referencia clara de lo que Dios nos pide hacer o quiere que hagamos, y por eso obedezco a la mejor voz que yo quiera: la mía o la del mundo, pues siempre (y más en este siglo que vivimos) tengo que hacer lo que tengo ganas.
En cristiano esa no sería la manera correcta de actuar, sino que en cristiano lo que tenemos que pensar es ¿qué es lo que Dios quiere que haga? Por que "no he venido a hacer mi voluntad sino la del que me envió", "mi alimento es hacer la Voluntad de mi Padre" o "no hago otra cosa que lo que he visto hacer a mi Padre".
Sí, son todas frases de Jesús, de Cristo, y por eso tengo que incorporarlas a mi forma y manera de pensar y vivir, porque ser cristiano es vivir como Cristo. Ser cristiano no es tener a Cristo para que haga mi voluntad, sino que su Vida me cautivó y por eso lo sigo, para vivir con Él, para Él y por Él; por eso su vida es para mí un ejemplo a seguir y a imitar, aunque me cueste y me duela, pero se que ese es mi Camino, pues Él mismo me lo dijo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".
Y también, antes de seguirlo tengo que pensar si quiero aceptar su desafío: "quien quiera seguirme que se niegue a sí mismo, que cargue su Cruz de cada día y me siga" ¿estoy dispuesto a renunciar a mí mismo? ¿estoy dispuesto a cargar la Cruz de cada día?
Pues bien ¿a quién hago caso todos los días: a Dios, a los hombres o a mis gustos y deseos?
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