"Pero otros decían:
«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa".
¿Por qué surgen las discusiones y divisiones entre nosotros? Porque nunca queremos dejar de opinar, porque nunca queremos dejar de tener razón, porque siempre queremos que sea nuestra verdad la única que valga. Así comienzan las grandes disputas y las enemistades entre los hermanos. Quizás todos busquemos lo mismo, pero no siempre lo queremos hacer por el camino que otros ven antes que yo. Quizás opinemos lo mismo pero siempre hay alguien que quiere ser más protagonista que los otros.
En el caso de Jesús muchos opinaban que podría ser el Mesías, pero quienes no podían aceptar esa verdad buscaban siempre un argumento para rechazar esa teoría, pero no sólo rechazarla para sí mismo sino ejercer presión para que los demás también lo creyeran.
Y ¿por qué tengo que hacer que lo demás crean lo que yo no quiero creer? Si los demás creían que Jesús era el Mesías, ¿por qué los fariseos y los doctores de la Ley querían hacerles pensar que no era si a ellos le hacía bien?
Fijaos lo que dicen:
«¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos».
Ellos se creen los únicos capaces de poder entender las escrituras y no saben que Dios, también, da el sentido de la fe a los que reciben el Don del Espíritu y aunque ellos dijeses que Jesús no era el Mesías, los simples y sencillos de corazón sí lo creían. Pero ellos, a quienes Dios les había encomendado la misión de guiar al pueblo, los estaban guiando desde su ceguera pues no les convenía que Jesús fuera el Mesías.
A veces a nosotros no nos conviene que alguien diga o haga algo que nos moleste o que no sea lo que he planeado, por eso busco por algún medio invalidar sus opiniones o su vida diciendo por ahí media verdades o mentiras completas, con tal de que no lo escuchen para el que vive en las tinieblas vale cualquier cosa. Así los prejuicios y los malos argumentos se convierten en verdades que me las creo e intento hacerlas creer a los demás, pues hay que hacer desaparecer a quien molesta en mi vida.
Ya quedan pocos días de la cuaresma y la liturgia nos invita no sólo a profundizar en el misterio de nuestra salvación, sino también a ver con claridad la maldad que habita en el corazón del hombre y cómo esa maldad puede y quiere dominar toda la vida. Aprovechemos estos días de Gracia para sanar nuestras heridas, para la reconciliación, para encontrar en el Señor el poder de la Gracia que me libere y me sana, que me fortalezca y anime a seguir en el camino de la santidad.
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