Hace unos días, cuando presentaba el libro en Arrecifes, mi pueblo, Mariana cantaba una canción que decía:
"Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida..."
Y hoy no puedo dejar de volver a la Casa donde conocí a Efraín. Sí, porque hoy es su cumpleaños, y la Vida en el Espíritu y la vida sacerdotal, la conocí por él y con él; aunque, cada día, vuelvo a la Casa, no se puede dejar de volver al lugar en donde uno amó la vida: la casa de los padres, y la casa de mi formación sacerdotal, dos lugares para mí de suma importancia en mi vida.
Y al pensar en esto recordaba aquél pasaje de Jesús: "quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es digno de Mí", pero en este caso no es mirar hacia atrás, sino volver a tomar aquél alimento espiritual que fortaleció mi vida humana y mi vida espiritual. Porque hoy somos aquello que fuimos viviendo a lo largo de los años, con todo lo bueno y con todo lo malo, con las alegrías y las tristezas, con las virtudes y los defectos, con los días de gracia y los días de pecado. Todo eso ha hecho de nosotros lo que hoy somos.
Pero volver al lugar donde conocimos y amamos la vida, es volver al origen de nuestra vida y de nuestra fe. Por eso volver a meditar y reflexionar sobre el génesis es intentar volver a vivir aquella hermosa relación que el hombre, el varón y la mujer, tenían con Dios en el principio: una relación de amor puro y sano, una vida en justicia y santidad, que hacía de su vida un verdadero paraíso, en armonía y plenitud.
Intentar, cada día un grado más de conversión para ir purificando nuestra mirada, nuestro sentir, nuestro pensar y nuestro actuar, para que todo ello vaya siendo cada día más luz para los demás.
Volver a amar lo que proclamamos, volver a vivir lo que anunciamos, es descubrir que, con el tiempo, nos hemos vuelto un poco fariseos e hipócritas; que, con el paso del tiempo, hemos aprendido, como los demás hombres, a disimular en nuestras vidas "las trampas" que le hacemos a la Ley del Amor y, por eso, Jesús, más de una vez nos vuelve a decir:
"Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.”
Sí, volvamos a aquél lugar en el que amamos la Vida Nueva, en el que se nos encendió el corazón para querer vivir algo Nuevo, algo diferente, algo que revolucionó nuestro corazón y nos lanzó hacia el futuro con nuevas energías. Volvamos a recordar a aquellos que nos hicieron gustar el Amor de Dios y nos ayudaron a vivir en Dios, para que cada día tengamos un motivo más de esperanza para seguir luchando el combate de la fe y permanecer Fieles a la Vida que el Señor nos regaló.
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