viernes, 24 de febrero de 2017
En el espejo de la amistad
Es hermoso el texto del Eclesiástico que nos habla de la amistad, de cómo ser un amigo fiel y de cómo encontrarlo; de cómo cuidarnos y conservarlo. Claro que lo primero que se nos ocurre pensar es en nuestros amigos, en los que están a nuestro lado: cómo son, cómo se han portado, cómo los hemos conocido, cuánto hemos compartido y, claro, lo primero es ir "categorizando" las amistades que tenemos, viendo si todos han sido fieles o no, cómo se han comportado en las buenas y en las malas.
Pero (siempre hay peros en la vida) también nos toca revisar nuestro comportamiento como amigo de mis amigos; porque también la Palabra de Dios es un espejo en que debo mirarme y no una lupa para examinar a los demás. Y por eso es necesario el último renglón de esta lectura:
"El que teme al Señor afianza su amistad, porque, según sea él, así será su amigo".
"Según sea él, así será su amigo", ellos serán también un espejo de nosotros, por eso siempre es bueno poder mirar nuestra vida confrontándola con el mejor espejo que tenemos el Tú Divino, que nos lleve a revisar y descubrir aquellos pequeños detalles que siempre se nos pasan de largo, y que, muchas veces, hacen que no nos portemos como debemos con nuestros amigos.
Porque caemos, generalmente, en la extraña situación de reclamar siempre lo que no hacemos: que no me llamaste, que no viniste, que no me escuchaste, que no me escribiste... todas cosas que, si realmente quiero a mi amigo, lo haré yo. Porque en el amor no existen las matemáticas, decía alguien; es decir cuando me pongo a contabilizar las cosas que yo hice por alguien a quien quiero, ya no es tan puro mi amor por esa persona, porque estoy "pasándole factura" por todo lo que hice por amor (que es el fundamento de la amistad) Entonces ahí es cuando tengo que darme cuenta que no es que realmente me esté entregando en una relación (ya sea de amistad, de pareja, de familia) sino que estoy haciendo algo para luego creer que tengo derecho para reclamar por lo que hice.
Cuando realmente hay amor no existen los reclamos de cuánto hice o de cuanto no hice, sino que lo que hice lo hice para hacer sentir bien y mejor a quien quiero, porque dándome al otro soy yo quién más recibe.
No dejemos que la mentalidad comercial del mundo en que vivimos se entrometa en las relaciones de amistad, de pareja, de familia; sino que aprendamos a amar sin medida y a darnos sin esperar nada a cambio, pues es "amando como se es amado". Y hoy, la Palabra de Dios, nos ha hablado muy claramente de cómo encontrar un amigo, pero sobre todo de cómo tengo que ser yo con mis amigos.
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