miércoles, 22 de febrero de 2017

La Fe de Pedro

"Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Jesús Dios vivo» le respondió:
«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo".
Aquí vemos cómo Jesús nos hace ver que la Fe es un Don del Cielo, un regalo del Padre que nos ayuda a descubrir aquello que no vemos y a tener certeza de lo que esperamos. Es un Don que nos regala, también, la bienaventuranza de poder caminar en la oscuridad pues aún no vemos con claridad, pero confiamos en Quién nos guía hacia la plenitud de la Luz, de la Verdad, del Amor.
San Pedro recibió ese Don y lo pudo expresar con fuerza, por eso recibió la gran responsabilidad de llevar adelante y con todas las consecuencias ese Gran Tesoro en una pequeña vasija de barro. Pero él, como hombre, no tuvo miedo de ser portador de tan Gran Tesoro, sino que recibió Gracia sobre Gracia para poder llegar hasta el final y conservar lo que había recibido aun al precio de su vida.
Sobre esa Piedra viva estamos erigidos, sobre la fe de un hombre como nosotros que pudo ser capaz de creer a pesar de su debilidad, que supo ser fuerte aún siendo débil, que supo dar testimonio de la Verdad a pesar de su pecado. Porque el Señor no tiene en cuenta quiénes somos o lo pequeño que somos, sino que tiene en cuenta su Gracia y la disposición de nuestro corazón a creer y a ser fieles.
Ese gran lugar de Pedro en la Primera Comunidad Cristiana, y ese Primado entre los Apóstoles, es el que nosotros, hoy, por el Don de la Fe, creemos que nos sigue guiando, que nos sigue acompañando a pesar de su debilidad humana y de su pobreza, pero que no confiamos en la humanidad del sucesor sino en el Espíritu de Quien lo eligió. No confiamos en que el sucesor de Pedro sea quien tenga el poder, sino que es sólo quien ha sido elegido para guiarnos por el mismo Camino que Pedro supo transitar, que no fue otro que el Camino que Jesús recorrió primero, y que nosotros, desde nuestra pequeñez y debilidad, también recorremos con Él.
Por eso, no sólo Pedro y sus sucesores tienen el Don de la FE y la responsabilidad de ser pastores de sus hermanos, sino todos los que hemos hecho una Profesión de Fe en nuestro Dios Padre y su Hijo Jesucristo como Mesías y Señor, llevamos un tesoro en vasijas de barro, y tenemos la misión de iluminar con nuestras vidas un Camino nuevo de Vida, de dejar un huella clara para que otros puedan encontrarse con el Señor, y descubrir la Vida Nueva que Él nos trajo con su vida y su palabra.

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