"Él les dijo:
«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto".
Cada día que pasa sentimos que los días pasan más rápido, que no nos alcanza el tiempo y, sobre todo, que la vida se nos va muy rápido; que muy rápido vamos creciendo y que cada día tenemos menos tiempo para hacer lo que queremos. Cada día que pasa vamos aceptando más desafíos, más trabajos, más cosas para hacer. Pero también, cada día vamos dejando muchas cosas sin hacer, muchas cosas sin resolver, muchos sueños sin realizar. Y, claro, cada día que pasa vamos sufriendo un poco más porque nos vamos sintiendo incapaces de encontrar tranquilidad, de ponernos a resolver situaciones, problemas, relaciones.
Por eso, Jesús, cuando volvieron los apóstoles de la misión se los llevó a un lugar tranquilo para descansara un poco.
Es necesario el descanso, el silencio, la conversación con el Señor y con los que nos quieren; el compartir el silencio o una charla amena, el darme a conocer al otro para que el otro me acompañe a vivir, el poder sentarme a dialogar con quien me ayude a mirar mi vida desde afuera de mí; y, sobre todo, el ponerme a hablar con mi Señor y mi Dios, lo que llamamos oración.
Hoy en día esos minutos creemos que no son posibles, que no los necesitamos que podemos llevar adelante nuestra vida sin tener que sentarnos a disfrutar de la vida, sino que disfrutamos de la vida haciendo cosas, y por eso cada día que pasa tenemos más cosas para hacer, y si no las tenemos nos la inventamos. Pero también están quienes sin tener nada que hacer ven, día a día, cómo la vida se les va sin sentido, en el aburrimiento de la rutina del vacío.
Por eso es necesario poder tener la fuerza necesaria y la conciencia clara para poder "perder tiempo" en el diálogo fraterno, en el diálogo sincero con el Señor para que podamos ver, analizar, y, sobre todo, saber si lo que cada día incorporamos a nuestra vida es lo que el Señor quiere para nosotros, para que nuestra vida tenga, para nosotros, signos claros y evidentes de que estamos haciendo la Voluntad de Dios.
Jesús al llevar a los apóstoles a un lugar desierto tenía la intención de que ellos dejaran en sus manos todo aquello que habían vivido, pero en ese diálogo profundo y sincero, poder, también, seguir enseñándoles, instruyéndoles en el Camino que Él había venido a mostrar para alcanzar la Vida.
No permitamos que el ritmo acelerado de la vida nos impida sentarnos a charlar con quienes nos quieren, ni tampoco nos impidan sentarnos a dialogar con el Señor y con nuestro Padre para que siempre tengamos la fortaleza y la Gracia para seguir su Camino.
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