Y en el Antiguo Testamento Dios le decía a su Pueblo, por medio del Eclesiástico:
"Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel a su voluntad.
Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que quieras.
Ante los hombres está la vida y la muerte, y a cada uno se le dará lo que prefiera".
Dios no nos obliga a hacer esto o aquello, sino que nos da opciones; somos nosotros quienes elegimos un camino u otro, y, sobre todo, nos dice hacia dónde conducen esos caminos como para que no podamos decirle después "¡ah! yo no sabía lo que me iba a pasar!" No, querido mío, yo te fui avisando por medio de los Profetas y luego por mi Hijo cuáles eran los Caminos y hacia dónde conducían, tú tenías el derecho de elegir y elegiste el que mejor te parecía.
Y ahora viene la segunda parte: cuando elegimos el Camino de Cristo, es decir nos llamamos cristianos ahí ya no tenemos (o no deberíamos tener) la oportunidad de elegir cómo lo queremos vivir, sino que hemos de vivirlo tal cual nos lo ha enseñado el mismo Jesucristo. Y hoy vemos en el evangelio que nos exige vivir no sólo la letra de la Ley de Moises, es decir los 10 mandamientos, sino que Él ha "venido a darle plenitud a la Ley y los Profetas".
¿Cómo a darle plenitud? Sí, muchas veces nos quedamos con aquella versión de "yo no mato ni robo" y por eso me considero un gran cumplidor. Y, lamentablemente, es sólo eso: cumplir una letra de la ley, pero no lo esencial o el fundamento de esa Ley de Dios, que Jesús le dio plenitud con su propia vida y nos lo explica muy bien en este evangelio.
Jesús dio plenitud a la Ley y los Profetas con la Nueva Ley del Amor, que Él vivió primero que nosotros, para que descubramos cuál es el modo de vivirla. Por eso el cristianismo no son sólo un montón de leyes y normas a vivir, sino que es una Vida a vivir: la vida de Jesús.
Que sí, que es imposible para el hombre vivir de tal modo, quizás. Pero no lo es para Dios, por eso Él mismo nos lo dijo: "sin Mí no podéis hacer nada" y se refería a eso. ¿Cómo vivir una vida cristiana sin Cristo? ¿Cómo ser cristiano si no sabemos perdonar, si no podemos amar como Él nos amó? ¿Cómo poder tener la fuerza y la Gracia necesaria para defendernos ante las tentaciones si no nos alimentamos de Su Palabra y su Cuerpo? ¿Cómo poder saber a qué decir que sí y a qué no si no escuchamos su Voz en la oración, en su Palabra?
En estos tiempos de tanta liviandad de espíritu no sólo Dios nos exige, sino que el mundo espera ver verdaderos cristianos que sean Luz, Sal y Fermento. Y por eso Dios nos vuelve a decir ¿qué es lo eliges vivir?
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