martes, 20 de enero de 2015

No perdamos el sabor de la esperanza

Están mis ojos cansados
de tanto ver luz sin ver;
por la oscuridad del mundo,
voy como un ciego que ve.

Tú que diste vista al ciego
y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe. (Himno de Laudes)

Hay una hermosa frase que nos regala Dios por medio de la carta a los Hebreos:
"Deseamos que cada uno de vosotros demuestre el mismo empeño hasta el final, para que se cumpla vuestra esperanza, y no seáis indolentes, sino imitad a los que, con fe y perseverancia, consiguen lo prometido".
Si la unimos a la frase del Himno es fácil que hoy seamos indolentes con lo que nos pasa, o con lo que le pasa a muchos otros. Aunque en verdad nos duele el dolor de la gente, los desastres que se van ocasionando, las muertes, las guerras... Pero como pasan tantas cosas y en tan poco tiempo, quizás se nos amarga la esperanza de no poder ver que haya un poco de luz al final del camino.
Hoy está todo tan iluminado: el dolor, el pecado, la envidia, el odio ¡todo está puesto en el escaparate de la vida! y todo lo podemos ver todo el día. y es esa luz del mundo la que enceguece nuestra alma, la que pone tinieblas sobre la Luz de la Esperanza. Y es esa luz que tanto dolor nos muestra que al final nos hace inmune al dolor ajeno y nos quedamos sólo contemplando lo que ocurre, y, quizás, pidiendo para que no nos ocurra a nosotros o a nuestras familias.
Y Dios hoy nos está pidiendo que no nos quedemos sentados, que pongamos empeño en que las cosas cambien, en que luchemos por conseguir lo que Dios nos ha prometido. Pero una lucha en nosotros mismos para alcanzar la Luz de la Esperanza que nos da el Señor, una lucha entre nuestra carne y nuestro espíritu, para que sea el Espíritu el que gane día a día, para llenarnos de esperanza, de confianza, de deseos de un mundo nuevo.
Pero no de ese mundo nuevo que le reclamamos al gobierno, sino el mundo nuevo que nos reclama nuestro propio ser, el mundo nuevo que comienza con mi conversión, con mi puesta a punto en orden al Amor, con mi puesta a punto en orden a jugarme por lo que creo y a vivir lo que creo. Porque hemos sido llamados a ser instrumentos de Paz, de Amor, de Justicia, de Verdad, de Fraternidad, de Alegría, de Gozo en el Señor. Hemos sido llamados a poner Luz  Verdadera en las tinieblas del mundo, pero... si nos apagamos otros brillarán. Si la sal pierde su sabor... otros salarán el mundo, y a la sal que pierde su sabor sólo sirve para ser tirada y pisoteada por los demás.

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