Hermosa la carta de Pablo a Timoteo, hermosa por su contenido y por la cercanía de Pablo al escribir, lo cual no sólo le brinda su cariño, sino que también lo llama a una exigencia de vida. Hay varias frases a remarcar:
"...refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú." Lo decía en estos días que, muchas veces, la fe que nos regalaron nuestros abuelos o nuestras padres, en las nuevas generaciones se va degradando, se va perdiendo. Si nuestros abuelos o padres nos hubieran dejado como herencia un gran tesoro ¿no intentaríamos hacerlo crecer y fructificar? La fe para ellos fue eso, un gran tesoro, un tesoro que le dio sentido a sus vidas, a sus dolores y a sus alegrías. La fe en tiempos de nuestros mayores era lo mejor y más valioso que tenían en sus vidas. Y hoy, nosotros, las nuevas y modernas generaciones, dejamos caer en el olvido lo que ellos vivieron, porque para muchos "esas son cosas de viejos" y en estos tiempos modernos no sirven.
Y para continuar con estas palabras, insiste Pablo a Timoteo:
"Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio".
¿Cuál es el Don que recibimos? ¿Cuándo se nos impuso las manos? Recibimos el Don de la Fe cuando el día de nuestro bautismos nos concedieron, nuestros padres, la herencia de la fe de nuestros abuelos. Se nos dio un espíritu nuevo que refresca toda la vida, que da sentido a toda la vida, que inunda nuestras vidas de Luz, Amor y Paz. Pero que también es un espíritu activo que nos invita y exhorta a contagiar a todos del Gozo de creer en un Hombre Nuevo que haga un Mundo Nuevo. Un Espíritu que nos invita a combatir contra el espíritu del mundo que daña cada día más al hombre, que le quita dignidad y vida haciéndole creer que la vida sin Dios es más valiosa, haciéndole rechazar las raíces más profunda de su vida, de su historia, de sus mayores.
Hoy, por nuestra porque fuerza y nuestro poco deseo de defender nuestras raíces, dejamos que nos convenzan de que la herencia de fe que nos dejaron no sirve para el mundo nuevo y moderno. Y así cada día defendemos con menos fuerza y menos energía lo que nos da Vida, a negar lo que somos, a ocultar lo que creemos, a vivir en las tinieblas por miedo a la oscuridad.
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