"Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales".
Un pasaje del evangelio que habla de Jesús que parece que fuera extraño a la vida de Jesús: sus parientes decían que no estaba en sus cabales. Aunque si lo miramos en el gran contexto de la vida de Jesús, de su pueblo, tampoco creyeron en él y por eso no pudo hacer muchos milagros entre su gente. No siempre los que están más cerca nuestro saben qué es lo que estamos viviendo o cómo lo estamos viviendo, sobre todo cuando se trata de la vida espiritual, de la conversión, de un grado más alto de lo humano.
La vida de fe, y más cuando la vida de fe se nos muestra de un modo admirable y digno de ser vivido (como se dice por acá) nos da un subidón que nos hace estar como viviendo encima del mundo. Pero no es vivir pisando a los demás, sino viviendo o mirando la vida desde Dios, y descubriendo que desde Él la vida es mucho más fácil de lo que pensamos.
Generalmente pensamos que la vida de fe es una vida complicada y triste, que no podés hacer lo que hace todo el mundo y que no vale la pena vivirla. Y por eso la mayoría de la gente se pasa la vida haciéndole caso a la religión del mundo: el tener más tiempo para poder tener más y así poder disfrutar de la vida, porque cuanto más se tiene más se es feliz.
Sin darse cuenta que cuánto más tiempo necesitás para tener más es porque no estás satisfecho con lo que tienes, y por eso necesitas trabajar más para conseguir más dinero para satisfacer todas las "necesidades materiales" que el mundo de hoy nos mete en la cabeza. Y así vamos "comiéndonos" la vida sin ver que se nos va pasando la vida sin disfrutar de la vida misma, porque no tengo tiempo para perder ni tiempo para sentarme a disfrutar de todo lo que tengo.
A esto me viene parte de la lectura del oficio de hoy:
"Tened un mismo sentir entre vosotros, sin apetecer grandezas; atraídos más bien por lo humilde".
No es que despreciemos los bienes que podemos tener, sino que le demos el lugar que tienen o que deben tener en nuestra vida: los bienes son para disfrutarlos en vida, no para gastar nuestra vida.
Y Dios, nuestro Padre, sabe que vivir en Él es vivir la Vida y disfrutar de los bienes que nos ha dado, pero dándole prioridad a la Vida y no a los bienes. Si dejamos que Dios entre en nuestra vida e ilumine nuestro día a día vamos a descubrir una nueva y más hermosa forma de vivir, pues el día a día será una acción de gracias permanente por todo lo que me ha dado, y lo mejor que podré dar a los que quiero es la alegría de vivir juntos a ellos disfrutando la vida que Dios nos ha dado.
Y quizás viviendo así, como a Jesús, nos consideren una persona que no está en sus cabales, un exaltado, un loco, pero feliz de poner cada cosa en su lugar.
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