Prestad atención a lo que dice el escritor de la Carta a los Hebreos:
"Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa; fijémonos los unos en los otros, para estimularnos a la caridad y a las buenas obras.
No desertéis de las asambleas, como algunos tienen por costumbre, sino animaos tanto más cuanto más cercano veis el Día".
Mantenernos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa. Me parece una hermosa frase que nos ayuda a descubrir en dónde está puesta mi confianza y mi esperanza, si en los hombres (en mí o en otros) o en Dios. Porque muchas veces, lo común que escuchamos, es que no creemos en la Iglesia (curas, sobre todo) Y en realidad no son ellos, ni es la Iglesia como institución (de la cual formamos parte todos los bautizados y no sólo curas y consagrados) quien nos ha prometido la Vida Eterna, sino que ha sido el mismo Jesucristo quien, por Voluntad del Padre nos ha hecho la Promesa de Salvación, quién nos ha indicado el Camino a recorrer para llegar a la Vida.
Mi esperanza está puesta en Él que es quien me hizo la promesa, por eso siempre nuestra mirada tiene que estar en Él. Claro que hay instrumentos que me ayudan (la más de las veces) a encontrarme con Él, y ha sido Él mismo quien ha dispuesto a esos instrumentos (ministros, sacramentos, y otras cosillas mas) para que tenga lo necesario para seguir sosteniendo mi esperanza.
Y, sobre todo me ha puesto a mí para ayudar a mis hermanos, y a mis hermanos para ayudarme a mí. Por eso mismo dice el escritor de Hebreos:
"fijémonos los unos a los otros para estimularnos en la caridad y en las buenas obras", no dice fijémonos los unos en los otros para criticarnos, para tirarnos por el suelo y pisotearnos, para quitarnos la esperanza, la alegría y las ganas de vivir. Sino para estimularnos.
Y así, Jesús viene a confirmar estas palabras con su predicación evangélica:
-«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces.
Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene."
Muchas veces, cuando escucho a cierta gente hablar de sus hermanos realmente me horrorizo, porque se habla sin piedad, se lanzan dardos envenenados sin tener en cuenta nada más que mi propia opinión, una opinión que muchas veces está basada en rencores, revanchas políticas, ofensas no perdonadas, y ¡vaya a saber uno qué más! pero sobre todo basadas en la vanidad y la soberbia de creer que mi opinión es la absoluta verdad de las cosas.
Y así, un día y otro día, vamos juntando ascuas sobre nuestras propias cabezas porque así como yo juzgo a los demás será juzgado por los demás, y por aquél que un día me llamará a presentarme a Su Presencia. E, igualmente, así como ayude a los demás a vivir en el amor y la fraternidad, y ayudándolo a crecer en su vida, de la misma manera me ayudarán a mí.
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