miércoles, 14 de enero de 2015

Con Dios o contra Dios

En estos días nos encontramos con varios evangelios que nos hablan de curaciones, pero también de expulsión de los demonios que toman posesión de algunas personas. En éstos casos el evangelista dice:
"Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar".
¿Qué es lo que me llama la atención? Que diga que "como los demonios lo conocían, no les permitía hablar". Es decir, Satanás y sus demonios tiene un conocimiento (casi) perfecto de quién es Dios y su Hijo Jesucristo, y de toda la Ley y los profetas, pero, aunque sepa quiénes son no viven de acuerdo a su Voluntad. Y esa es la diferencia entre los ángeles de Dios y los de satanás, unos conocen y aman y los otros conocen pero no aman.
Por eso es que tenemos que entender, también nosotros, que no basta el conocer intelectualmente, de memoria quién es Dios, Nuestro Señor Jesucristo, y las demás cosas de nuestra religión, sino abrir el corazón al Amor de Dios y a Su Voluntad, para vivir de acuerdo a lo que Él nos pide.
Por que son muchos los que pueden conocer, pero no son tantos los que desean vivir. Y, en estos tiempos que vivimos, quizás, somos muchos los que sabemos muchas cosas, pero son muy pocos los que viven lo que creen, sino que se dedican a poner piedras en el camino de los que quieren vivir.
Y ¿cómo sabemos si vivimos o sólo conocemos? "Por los frutos los conoceréis". Analicemos nuestra manera de hablar, de comportarnos. Analicemos si somos portadores de paz, de alegría, de esperanza, de consuelo. Miremos si somos constructores de fraternidad, de unidad, de comunidad. Miremos si nuestro Ideal es la santidad, ser instrumentos de Dios, constructores de Hombres Nuevos. Pensemos cuál es nuestro primer pensamiento a la hora de tomar decisiones: la Voluntad de Dios o los deseos del mundo, me dejo conducir por las cosas del espíritu o por lo que me indica el mundo.
San Pablo en la carta a los gálatas ya  nos decía cuáles son los frutos del Espíritu Santo en nosotros, para que los tengamos en cuenta para descubrir si nos dejamos guiar por Él o por el espíritu del mundo:
"El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí..."
Muchas veces la comodidad del mundo nos invita a dejarnos llevar por el sólo echo de no necesitar nada más que el ser bueno y estar bien, y me quedo cómodo en el sillón viendo cómo son otros los que hacen lo que yo debería hacer, y, en algunos casos, criticando cómo hacen mal algo que yo podría hacer bien. Pero no salgo de mi comodidad y me pongo a trabajar en función de la Gracia que me ha sido concedida por el Bautismo, y como no hago lo que Dios quiere, estoy trabajando en contra de Dios:
"El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo desparrama".

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