lunes, 12 de enero de 2015

Apóstoles del Señor

Terminamos el Tiempo litúrgico de Navidad, comenzamos el Tiempo Ordinario o durante el año, un tiempo de nueva esperanza y de misión, pues después del Bautismo de Juan, Jesús comienza su misión evangelizadora, comienza su vida pública, y el anuncio de la llegada del Reino de Dios llega a nosotros.
Jesús, como Juan Bautista, también exhorta a la conversión:
-«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pero ¿qué es convertirse? Convertirse es cambiar el rumbo, darnos cuenta que hay otro camino para recorrer y eso es lo que nos anuncia el Señor: para alcanzar la Salvación hay que recorrer Su Camino.
Y para poder recorrer ese camino y alcanzar la Salvación hay que creer en el Evangelio, hay que creer en la Buena Noticia de la Salvación, hay que creer en lo que la Palabra que se hizo carne nos dice, porque la Palabra ha salido de Dios, viene de Dios y es Dios, por eso nos dice la Verdad.
Pero no es una misión que va a realizar en soledad, sino que apenas comienza, Jesús, su misión evangelizadora llama a los apóstoles, nos llama a nosotros, para que después de Él continuemos la misma misión, que anunciemos la misma Palabra, que seamos portadores del mismo Mensaje.
Es así que este tiempo de rutina cotidiana, el tiempo Ordinario, hemos de transformarlo en un Tiempo Extraordinario porque somos mensajeros de un mensaje Extraordinario: como dice San Juan, no sólo nos llamamos, sino que somos hijos de Dios; y Él nos ha incorporado a Su Vida y nos ha llamado a ser servidores, instrumentos de Dios para llevar el mensaje de Salvación a los hombres.
Y este mensaje es un mensaje que se anuncia con alegría, con gozo, con la certeza de que las promesas de Dios se cumplen, y por eso nuestro día se vuelve extraordinario porque es extraordinaria nuestra alegría de sabernos sus hijos y mensajeros. Pero además, tomando palabras de Santa Teresita, hacemos de este modo, que nuestra vida no sólo sea natural, sino sobrenatural porque Dios está con nosotros, Dios vive en nosotros, Dios ha transformado nuestra vida y trasmitimos esa vida.

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