Realmente es hermoso el evangelio de hoy, y más hermoso si lo podemos ver en nuestra vida.
Dice Jesús, tomando la Escritura:
"El Espíritu del Señor está sobre mí".
Y no sólo es cierto porque Él es el Ungido de Dios, el Cristo, sino que también nosotros hemos sido ungido por Cristo en el día de nuestro bautismo, cuando el Espíritu Santo descendió a nuestra alma y nos transformó en hijos de Dios a imagen de Jesús, y, además, ese día nos ungieron con el óleo de la salvación, el Santo Crisma, para estar por siempre unidos a Cristo sacerdote, profeta y rey.
¿Por qué hemos sido ungidos? ¿Por qué el Espíritu Santo está sobre nosotros? Para que, al igual que Cristo seamos fieles a la misión que el Padre, y el mismo Cristo nos han pedido y nos han encomendado: "Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio".
"Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
La alegría de la fe, la esperanza de la Vida, la fuerza del amor, son las riquezas mejores de la vida en Cristo, y la hemos de anunciar a los que tienen el corazón vacío de tanto dolor, de tanta desesperanza, de tanta angustia y amargura, a aquellos pobres que claman al Señor, debemos anunciarles la Buena Noticia de Su Amor por nosotros.
Ese Amor de Dios que fe derramado en nuestros corazones es el amor que nos ha liberado de nuestro pecado, de nuestro orgullo y vanidad, por eso alegremente anunciamos que estamos en una lucha constante para vivir la verdadera libertad de los hijos de Dios, que nos permite y nos exige amarnos como hermanos, sin distinción de color, credo, pues en la Cruz Jesús nos hizo a todos hermanos, derribando el muro que nos separaba: el odio.
Y será el mismo Espíritu que nos anima a nosotros el que llevaremos, como María a Isabel, a nuestros hermanos para que consigan la Luz que ilumine las tinieblas y oscuridades de este mundo y puedan encontrar el Camino que le abra las puertas de la Vida Nueva, de la Salvación. El Camino que renueve la alegría y el gozo de creer. El Camino que renueve la paz y el deseo de construir un mundo nuevo. El Camino que renueve la esperanza de saber que juntos podemos alcanzar un mañana mejor, pues ha llegado la Salvación de Dios a nosotros.
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