«¿Qué quieres que haga por ti?».
Él dijo: «Señor, que recobre la vista».
Jesús le dijo: «Recobra la vista, tu fe te ha salvado».
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios".
Hoy en día hay muchos ciegos que creen que ven pero no ven, porque no ven lo
que Dios les está pidiendo y no ven lo que tienen que hacer, y, sobre todo, no
escuchan cuando alguien le dice que no están viendo el buen camino, que se han
olvidado de la Voluntad de Dios y que van por un camino que los lleva lejos de
lo que Dios quiere.
Hay muchos que se creen que lo que están viendo es la verdad y van detrás de
molinos de viento que ellos mismos se han construido creyendo que podrán contra
todo y, sobre todo, que podrán edificar otros molinos mejores. Y así siguen
caminando en su error sin detenerse a escuchar o a pedir ayuda para poder mirar
mejor.
Y en esto hay una frase del libro del apocalipsis que me ilumina y me ayuda a
buscar siempre quien me ayude a ver, porque, muchas veces, en el camino de
querer ser los mejores perdemos de vista lo esencial de nuestras vidas:
"Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a
los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no
lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has
sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has
abandonado tu amor primero. Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y
haz las obras primeras".
Nos esforzamos tanto por ser los mejores, a veces por querer ser mejores que
nuestros formadores y maestros, y, otras tantas por querer alcanzar
"puestos" y "lugares" de importancia que nos olvidamos del
"Amor Primero", de lo que realmente nos enamoró y de lo que habíamos
comenzado a vivir con el Amor de Dios.
Al poner delante nuestro nuestros propios fines y buscar solamente honores
humanos, nos fuimos olvidando del Amor Primero, nos fuimos olvidando del por
qué y del para qué, y sobre todo, nos fuimos olvidando de consultar a Dios y
perdimos el fuego del Amor Primero por el que nos habíamos decido a ser
instrumentos de Dios en la construcción de un Hombre Nuevo, de un Mundo Nuevo,
y, ahora, tenemos que pedir como aquél ciego que nos ayude, el Señor, a ver
cómo convertirnos y volver a ser lo que Él quiere y no lo que nosotros
anhelamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.