jueves, 6 de septiembre de 2018

Si tú quieres...

"Hermanos:
Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia». Y también: «El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos».
San Pablo le hace ver a los Corintios que la sabiduría humana nada es ante la Sabiduría de Dios, pues nada nos sirve todo lo aprendido si no hemos alcanzado la disposición del corazón para confiar y creer en el Señor. Para poder entenderlo sólo un pasaje del evangelio de hoy basta:
"Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
A los ojos humanos, Simón, era pecador de toda la vida, tenía la sabiduría de los pescadores y sabía, mejor que nadie, dónde y cuándo pescar. Y, sobre todo, uno podría decir que sabía mejor que ese Predicador que había subido a su barca, que, seguramente, nunca habría pescado. Pero, sin embargo, creyó en su Palabra e hizo lo que el Maestro le decía. Y así ocurrió el milagro que, en realidad, no fue el milagro de la pesca milagrosa, sino fue el milagro de la conversión de Simón, por un lado:
"Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mi, que soy un hombre pecador».
Y, por otro lado, la disposición de los otros a seguirlo:
"Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron".
Cuando nos encontramos verdaderamente con la Sabiduría de Dios no podemos quedarnos como estábamos antes, no podemos quedar indiferentes, pues nos llena de su Luz y enciende en, cada uno, un fuego diferente que nos permite, primeramente, una actitud de humildad y reconocimiento de su grandeza: "apártate de mí que soy un pecador". La sabiduría de la que nos gloriamos, muchas veces, que es la humana nos hace alejarnos de los pecadores e, incluso, muchas veces los señalamos con nuestros dedos acusándolos. En cambio la Sabiduría Divina que es el Amor Misericordioso del Padre penetra en el corazón del hombre para transformarlo y amarlo y, luego, dejarse amar por él.
Simón y los demás se llenaron de la Sabiduría de Dios y por eso no pudieron decirle que no a Jesús cuando los llamó a ser pescadores de hombres, y dejándolo todo lo siguieron.

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