Realmente la carta de San Pablo a los corintios tiene muchos pasajes que nos hacen refrescar nuestra manera de vivir, y, sobre todo, nuestro modo de vivir entre nosotros como hermanos e instrumentos en manos del Señor.
Es una Comunidad que está naciendo y por eso debe instruirla en todos los ámbitos de la vida, pero, de manera especial, en el ámbito espiritual sin descontar que la naturaleza humana siempre se "metera" en todo momento.
"Hermanos:
Que la gente solo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, lo que se busca en los administradores es que sean fiel".
"Servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios". Al decir servidores y administradores quiere hacer una gran aclaración que, a veces, se nos olvida: no somos dueños de Cristo ni de sus bienes y menos de su Gracia.
Cada uno de nosotros, de acuerdo al estilo de vida que el Señor le ha pedido vivir, tenemos una función como servidores de la Palabra y administradores de sus misterios (de su Gracia) Y el Servidor de Cristo no puede ignorar a Cristo, no puede no estar en realción con Jesús: con su Palabra, con sus Sacramentos. ¿Cómo poder ser servidor de alguien a quien no conozco, a quien nos escucho y con quien no estoy de acuerdo?
Por eso, Pablo pone una condición esencial para los servidores de Cristo: "se busca en los administradores que sean fieles". ¿Fieles a quién? Claro que sí, fieles a Cristo, fieles Su Voluntad, y no fieles a sí mismos, no fieles a su propio ego y voluntad, sino Fieles a Dios. Porque cuando no buscamos la Voluntad de Dios en servicio de Cristo, entonces hacemos nuestra propia voluntad, y por eso, muchas veces, el "apetito de poder" se apodera de nosotros y nos transformamos en tiranos de los bienes del Señor, y creemos que sin nosotros nada se puede hacer y que todo tiene que ser hecho por mí.
La Fidelidad al Señor, a Su Voluntad, tiene una primera condición que San Pablo ha intentado, no sin lucha constante, mantener siempre en su vida: la negación a sí mismo, buscando que no se interponga en su servicio al evangelio su propio interés sino el del Señor. Por eso él puede decir sin ningún miramiento:
"Para mi, lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor".
¿Es orgullo o vanidad esta afirmación de San Pablo? No, es su verdad, porque "en la lucha constante entre su carne y su espíritu", siempre ha buscado la Voluntad de Dios en todo momento y por eso ha sufrido tantos tormentos. Pero así mismo, él siempre se someterá a la justicia del Señor y al impulso del Espíritu para que lo sigan guiando en el Servicio del Evangelio.
"Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.