«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».
Quizás, si nos preguntara a nosotros Jesús, no sabríamos cómo responderle por que no sé lo que la gente piensa de Jesús. Seguramente que algunos pueden tener un conocimiento cierto y claro de Jesús, pero, para muchos, en este siglo del todo vale, habrá una gran mezcla de conocimientos. En aquél momento muchos creían que era la re-encarnación de algún profeta o del mismo Juan Bautista, que había muerto hace poco. Hoy algunos creerían lo mismo, porque van uniendo al cristianismo tantas otras religiones que no se sabe a qué Dios rezan o en qué dios creen.
No han sido pocas las veces que he comentado lo mismo: hay cristianos que unen Jesús con Buda, con las cartas, los horóscopos, las brujas y no sé cuántas cosas más. Como dice un refrán: le enciendo una vela a cada santo y al diablo el candelero, por las dudas tengamos a todos juntos para como pareciera que no tengo fe en casi ninguno. Sino que a cada uno le pido lo que me puede dar...
Por eso mismo cuando Jesús le pregunta a los apóstoles sobre: "y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro respondió con rotundidad: "El Mesías". Claro que esa fue una revelación de la fe, pero aún no estaba pulida ni madurada esa fe, pues la visión del Mesías aún no la tenía completa, ni Pedro, ni el resto de los apóstoles. Así que Jesús le completó la misión del Mesías, cómo iba a ser el resto de su vida.
¿Cuál fue la sorpresa y la actitud de Pedro al saber cómo era la vida del Mesías?
"Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo".
¡Claro! ¿Cómo no iba a increparlo? ¡Pero qué se piensa este hombre! Que vamos a seguir a uno que van a acusar, a juzgar, y a matar... ¡Ni pensarlo! ¡Esa no es la idea que tengo del Mesías! ¡No! ¡Eso no puede ser!
"Pero él (Jesús) se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Todos pensamos lo mismo, porque pensamos como hombres. No hemos madurado tanto en nuestra fe como para pensar que tendría que ser así. Y menos aún podemos pensar que lo que viene después puede ser el requerimiento esencial para ser cristiano:
"Y llamando a la gente y a sus discípulos, y les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque,quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de que le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma».
Por esto es que vamos combinando nuestro cristianismo con otras culturas y otras religiones y seudo religiones, porque no queremos renunciar a nosotros mismos, ni cargar nuestra cruz de cada día. Sólo queremos que Dios trabaje para nosotros y tener la vida que nos guste, de acuerdo a los tiempos que corren.
Y por eso, el cristianismo va decayendo, porque, simplemente, no pensamos como Dios, sino como los hombres de nuestro tiempo.
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